Momentos de tensión se vivieron en los pasillos de Tribunales de San Juan cuando una mujer agredió a Evaristo Molina, acusado de asesinar brutalmente y descuartizar a Yamila Pérez (27).
Mientras el tribunal de la Sala III de la Cámara Penal define si Evaristo Molina será sometido a un juicio oral y público o le conceden el juicio abreviado, en los pasillos de Tribunales se generó un tumulto cuando una familiar de la víctima del atroz crimen, Yamila Pérez, agredió al femicida y le alcanzó a pegar una piña.
EL CASO
En 2003, una noticia conmocionaba a la provincia. El cuerpo de un hombre fue hallado sin vida en el Villicum. Había obligado a una nena de 12 años a mantener relaciones en su auto, esa pequeña era Yamila. Una víctima de numerosas historias atravesadas por las drogas, la violencia y los abusos, falleció hace un año de la peor manera.
EL CASO
Era una mañana muy fría cuando la Policía descubrió el cadáver de un hombre de más de 60 años a la vera de la Ruta 40 al norte, precisamente en la zona del Villicum, cuando era un sitio desolado. El sujeto yacía en su auto con una botella de agua y una toalla al lado, para limpiarse tras recibir los favores sexuales por los que había pagado. Lo más aberrante del hecho es que la víctima de esta historia era una nena de 12 años, a quien ese hombre utilizó para satisfacer sus necesidades; y esa víctima, cuya identidad no había trascendido en aquel entonces, pasó a formar parte de la historia criminal sanjuanina años después. Quince años pasaron de esa mañana cuando, Yamila Pérez, madre de tres hijos, terminó mutilada en un descampado por causa de un sádico, psicópata que la denigró hasta el último minuto.
La vida de Yamila Pérez no fue fácil. Había sido criada por un matrimonio que sólo tenía un lugar en su casa para ella, ya que sus padres biológicos la habían abandonado cuando nació. Desde muy chiquita, la nena que debió haber jugado, terminó por ser víctima de un mundo de prostitución, abusos y droga. Sumida en esa realidad, se crió marcada por una cruda vida que no le dio tregua. No tuvo suerte en el amor, tampoco.
Sus tres parejas la dejaron después de haber tenido familia. De hecho, cuando la encontraron sin vida tenía su vientre tibio, porque había sido madre hacía muy poco tiempo. Mucho se habló de la paternidad de su último bebé, ya que en su momento formó parte de una de las hipótesis que se tejieron en su caso. Se creyó que el padre era uno de los integrantes de la reconocida banda malhechora “los Pastelitos”, el Cunta Sosa, había salido con Yamila por mucho tiempo; con él tuvo una relación amorosa y aunque estaba en la cárcel, ella lo visitaba. Por eso formó parte del acotado grupo de sospechosos del femicidio.
Los investigadores formularon miles de interrogantes en el caso Yamila, porque nadie se podía explicar quién pudo haberle hecho tanto daño. Su cuerpo desmembrado, desollado y sin parte de sus miembros, fue encontrado en un descampado hace exactamente un año, en el Callejón Muñoz y Buenaventura Luna, El Mogote. La Policía, en ese entonces, sospechaba de un sádico, pero sabía que ese psicópata tenía conocimientos en la faena. El cuerpo forense hizo un gran esfuerzo para develar algunos misterios, y hasta confesaron que fue uno de los casos más impactantes de los últimos años. Inclusive, este medio se comunicó con el prestigioso criminólogo Raúl Torres para consultar sus aportes en el caso.
Pero como la criminología lo indica, las evidencias siempre están en alguna parte. En este caso, una receta médica oftalmológica fue la punta del ovillo. Así descubrieron al principal sospechoso, que terminó confesando lo que hizo: Evaristo Molina, hombre de más de 60 años le quitó la vida de la peor manera, cuando ya se la habían quitado una vez cuando tenía sólo 12 años. Molina también la había sometido a una situación sexual poco feliz, y hasta se habló de que la golpeó fuertemente en el cráneo, mientras tenían una discusión, el día que la asesinó.
“Fue para no revelar la vida oculta que llevaba” y porque “lo tenía cansado”, eso fue lo que él le dijo a los investigadores y luego, la Justicia hizo lo suyo. Molina fue procesado, encaminado en un juicio oral donde debatirá un futuro tras las rejas, pero sigue vivo. Y Yamila no pudo correr, como aquella mañana fría de 2003, cuando la encontraron gritando semidesnuda en plena ruta, “se muere el viejo”. La joven falleció hace un año, en cuerpo; porque a su inocencia se la mataron hace mucho.
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