*Por Juan Pablo Parrilla

En una consulta informal de EL FEDERAL, dos farmacéuticos confirmaron que comenzó a descender la venta de repelente en La Rioja a medida que cayó la temperatura. Incluso se empezaron a ver ofertas de insecticidas en los supermercados, algo impensado un mes atrás. Esto abre un interrogante: ¿la epidemia terminó y ya no es necesario cuidarse?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que todavía se siguen registrando casos en La Rioja. Desde el Ministerio de Salud dijeron a este medio que al 27 de mayo la provincia tiene 5.624 casos confirmados, de los cuales 66 corresponden a los últimos 10 días.

Consultado por EL FEDERAL sobre la necesidad de seguir tomando medidas de prevención contra el dengue, el director de Epidemiología de la provincia, Eduardo Bazán, contestó: Hay que evaluar cada caso particular. En principio, la recomendación es que si hay presencia de mosquitos en el lugar, hay que seguir cuidándose. En general, con estos fríos y estas heladas que hubo se nota menos la presencia y los ciclos del mosquito se retrasan, pero todavía hemos detectado algunos casos”.

Eduardo Bazán (foto gentileza de Nueva Rioja).

Por otra parte, si bien con el frío los mosquitos adultos reducen su actividad y mueren, hay otros factores fundamentales además, como los hábitos domiciliarios del Aedes aegypti, la especie que transmite el virus del dengue. “El mosquito tiene una habilidad para adaptarse a las viviendas”, resaltó Bazán.

A su vez, un estudio hace unos años detectó los huevos son capaces de atravesar el invierno. “El mosquito transmisor del dengue muere a los 14 grados de temperatura, pero estudios realizados por el Instituto de Medicina Regional nos marcan que los huevos sobreviven hasta un año, aun con frío y sequedad, y pueden eclosionar al llegar temporadas de más calor y lluvias”, explicó en su momento en una entrevista con la agencia Télam la bióloga Marina Stein, investigadora adjunta del Conicet y especialista en Aedes aegypti.

Más cerca en el tiempo, el Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Universidad de Buenos Aires encontró nuevos mecanismos de supervivencia del mosquito. Los investigadores concluyeron que los huevos no sólo pueden sobrevivir al invierno, sino que el 30% de las larvas puede completar su desarrollo a una temperatura de sólo 12°C, algo que no se ha había reportado hasta hoy.

(Télam)

Como un descenso de la temperatura haría que mueran las larvas, el Grupo de Estudio de Mosquitos hizo un segundo descubrimiento: que en Argentina el mosquito que transmite el dengue tiene “una estrategia que esta especie no desarrolló en ninguna otra parte del mundo”, en palabras de la doctora Sylvia Fischer, investigadora del Conicet.

Esta estrategia se llama “diapausa”. “Es como programar los huevos para que tengan un sueño profundo y no eclosionen en cualquier momento aunque estén expuestos a temperaturas favorables. Este mecanismo les permite que los huevos eclosionen en primavera, por ejemplo, y así se aseguran que esos mosquitos tendrán una mayor supervivencia. Muchísima bibliografía científica sostiene que Aedes aegypti no tiene diapausa, y eso permitió creer que el mosquito no iba a poder franquear determinados límites climáticos. Desafiando la teoría, hicimos dos experimentos en distintas épocas del año que nos probaron lo contrario”, explicó el mes pasado a La Gaceta la experta.

En suma, la amenaza siempre está latente. El mosquito suele estar dentro de los domicilios, donde se producen la mayoría de los contagios, y aunque no los vemos, los huevos de 0,8 milímetros están ahí, pegados a las paredes de los recipientes que pueden acumular agua. Sólo basta con que se junte un poco de líquido y suba el termómetro.

Lo que hay que hacer es tomar las medidas que las autoridades una y otra vez repiten: eliminar los criaderos. Como no se puede controlar el clima y el mosquito está dando muestras de su adaptación al frío, según los expertos, lo mejor que se puede hacer para cortar su desarrollo es limitar el ciclo acuático. Basta con eliminar o dar vuelta en los jardines y patios los elementos que acumulan agua, vital para la supervivencia de las larvas. A esa recomendación tan sencilla el mosquito no se pudo adaptar.

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