La Casa de la Compañía de Jesús en La Rioja fue una de las últimas en fundarse en la otrora provincia jesuítica del Paraguay, en el año 1624. Asimismo fue la última orden religiosa en establecerse, ya que desde su fundación en 1591 la ciudad contaba con la presencia de Franciscanos.
Mercedarios y Dominicos (Quarleri 1999). Para la creación del Colegio se contó con la donación de “una finca tasada en 8.000 escudos de oro y doce siervos” por parte de Don Luis de Quiñones Osorio junto con la concesión de rentas de algunos vecinos riojanos (Quarleri 1999: 106). Si bien la construcción no comenzó inmediatamente, las cartas anuas dan cuenta de que en 1637 la Iglesia ya estaba construida.
En la ciudad, los jesuitas también tuvieron tanto una Casa de ejercicios como un solar con la ranchería de los esclavos; al oeste, dispusieron de dos hornos para tejas y tinajas con su rancho; y hacia el sur, explotaron una viña, una chacra y un molino (Quarleri 1999).
Según la investigación de Quarleri (1999), al norte de la ciudad de La Rioja se encontraban las propiedades de La Saladilla, Las Cañas, El Duraznillo y Las Higuerillas. En la Sierra de Velasco, la estancia de Guaco, y en el Valle de Famatina, las haciendas de Malligasta y Nonogasta, los parajes de Anguattá, Guanchipá y Capalgapán y los potreros de Massangano, El Duraznillo y Agua Negra.
Estancia La Saladilla
En referencia a esta estancia, Quarleri (1999) menciona que fue adquirida a partir de la permutación de tres parajes (Anguattá, Guanchipá y Capalgacán) a Pedro Nicolás de brizuela probablemente antes del año 1664.
Al momento de la expulsión de los Jesuitas, esta propiedad no figuraba a nombre de la orden, sino que según los documentos había sido concedida al Convento de los Hermanos Predicadores como saldo de una deuda en torno a la estancia de Guaco (Quarleri 2001).
En la estancia La Saladilla funcionó un establecimiento rural multiproductivo, dedicado fundamentalmente a la producción ganadera, pero que también incorporó como actividades secundarias la agricultura y la producción de cal, esta última para construcción de obras de la ciudad , y talleres artesanales para uso propio. Desde el año 1985, el Arq. Juan Carlos Giuliano realizó visitas periódicas en las cuales documentó mediante fotografía sectores de las estructuras que se encontraban en pie.
Posteriormente, en 2013, como parte de las actividades de la cátedra de Arqueología de la UNLaR, un grupo alumnos y docentes de la carrera observaron las distintas etapas de construcción superpuestas, las instancias de ampliación, diversidad de materiales constructivos y huellas dejadas por tapiados de vanos de aberturas, que corresponden a la reutilización de las estructuras para nuevos fines.
Se comprobó, además, el estado general de deterioro evidenciado por grietas y desplazamientos de algunos muros, y el hundimiento en sectores del piso y techos. En cuanto a las estructuras que no corresponden al casco jesuítico principal, como es el caso de las estructuras indígenas, andenes de cultivo, hornos de cal y tajamar, en general se observó gran ruina y deterioro, además de la invasión de la vegetación natural.
Durante el año 2015 se dio inicio al proyecto denominado “Cambios de largo plazo en las dinámicas sociales plasmadas en el paisaje arqueológico del paraje conocido como Saladillo y sus alrededores, incluyendo los procesos agro-alfareros prehispánicos, la ocupación jesuítica colonial y el período republicano temprano” dirigido inicialmente por el Dr. Pedro Salminci y en la actualidad por la Dra. María Soledad Gheggi, para el cual se cuenta con la aprobación técnica de la Dirección de Patrimonio y Museos de la provincia de La Rioja.
Se desconoce si la Quebrada de Saladillo estuvo habitada al momento de la fundación de la ciudad, o si para entonces ya había sido abandonada; este es un aspecto que podrá ser abordado a partir de la investigación en curso. Lo que sí se observa es la coexistencia de ruinas prehispánicas con estructuras históricas, hecho que señala la importancia de este sector de la sierra de Velazco para la instalación humana a lo largo del tiempo.
La implantación jesuita en la zona propone nuevas relaciones sociales, enraizadas en el más profundo sentido de colonización, a través de las cuales se desmantelaron, enajenaron y reformularon sistemas de creencias, idioma, relaciones de género, relaciones interétnicas y de reproducción social. Es nuestro objetivo, siguiendo los lineamientos arqueológicos e históricos expuestos, aportar al conocimiento de la dinámica de este proceso y evaluar qué relaciones sociales se promovieron o desalentaron mediante la construcción del espacio en la Quebrada de Saladillo.
Autores: María soledad gheggi y Juan carlos Giuliano
Fuente: Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica, Anillaco, La Rioja (CRILAR-CONICET). Y Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR) msgheggi@ conicet-gov.ar ** Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR).giovannigiulianoar@gmail.com