El Ministerio de Seguridad informó que ofrece un millón de pesos de recompensa “a aquellas personas que brinden datos útiles que permitan lograr la aprehensión de Leandro Sebastián Martínez”, prófugo e imputado por haber abusado de una niña de su familia, que tenía 12 años en el momento de la denuncia. Fue anunciado a través de la Resolución 310/2021, publicada este martes en el Boletín Oficial.
Martínez, “sobre quien pesa orden de captura nacional desde el día 24 de enero de 2020, e internacional desde el día 25 de febrero de 2020”, se encuentra imputado por “abuso sexual agravado, que por las circunstancias de su realización y su duración en el tiempo configuraron un sometimiento gravemente ultrajante”.
El pedido había sido hecho por el doctor Leandro Nicolás Ventricelli, titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº1 del Departamento Judicial de Moreno, General Rodríguez, Provincia de Buenos Aires.
Las personas que quieran suministrar datos, deberán comunicarse telefónicamente con el Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de personas ordenada por la Justicia, al número telefónico de acceso rápido 134.
Una historia de abusos
En febrero de 2020, V., una nena de 12 años, insistió en mostrarle a Leandro Martínez (43), el marido de la prima de su padre, a quien ella llamaba su tío, la habitación recién pintada que ella compartía con su hermanito.
Así pudo conseguir una prueba de que el hombre abusaba de ella: su intento por acercarse a la nena y manosearla quedó grabado en las cámaras de seguridad de la casa. Desde ese día, el hombre está prófugo, pero antes hubo una larga historia de abusos.
El primer indicio fue confuso: a V. le emocionaba quedarse en casa de sus tíos para compartir el tiempo con sus primitos. Ella y su tío tenían una relación estrecha y de confianza, hasta que una noche V. le envió unos audios a su amiguita: ”Hola, no sabés lo que me pasó, mi tío me tocó la cola y la chucha. Estábamos los cuatro en la cama y me desperté con él tocándome”.
De acuerdo a lo informado por TN al conocerse el caso, Pablo y Daniela, padres de V., se enteraron porque la madre de la amiguita fue a su casa a mostrarles los mensajes de voz mientras V. seguía en casa de sus tíos.
En medio de la conmoción, la pareja acudió a la suegra de Martínez y ella les pidió que no le dijeran nada de esto a su hija, que estaba embarazada en ese momento.
Todavía confundidos buscaron de inmediato a la nena en el country donde vivía el imputado. Cuando hablaron con V. contó lo sucedido, dio más detalles y sus padres resolvieron alejarse de ese lado de la familia.
Los encuentros se espaciaron hasta que la nena pidió permiso para ir a un pelotero con Martínez, sus padres aprobaron el paseo pero la nena no pasaría la noche en casa de sus tíos. Pese a las precauciones V. afirmó que su tío le había vuelto a tocar la pierna con lascivia mientras estaban en el lugar y soltó: “No quiero ir nunca más a lo de Leandro y la tía”.
En una clase de ESI (Educación Sexual Integral) V. reconoció esas acciones a las que había sido sometida y dijo a sus 35 compañeros: “A mí me pasa, mi tío abusó de mí”. Esa fue la segunda alarma.
El papá de la nena había manifestado que, en un principio: “Como V. se hacía pis encima desde los 6 años y él era tan cuidadoso creí que tal vez la había tocado en la cama para ver si no estaba mojada”. Cuando supieron la verdad, comenzaron a sospechar que los abusos comenzaron a esa edad.
El “tour” que reveló la verdad
“Hubo una fiesta familiar en lo de mis abuelos, acá al lado”, evocó Pablo ante las cámaras de TN. “En un momento, cuando yo llego del trabajo, V. empieza a insistir en que le quería mostrar varias mejoras que habíamos hecho en casa a Leandro. Me extrañó mucho, y la ignoré un rato. Pero de repente, cuando vi que tomaba la llave muy dispuesta, la acompañé”.
V. organizó un tour por la casa. Primero, fueron al fondo, donde se construía un quincho. Después, llevó a Leandro a su habitación. En cada oportunidad en que su papá se separaba de los chicos y no había otro adulto, Martínez aprovechaba para manosearla. La cámara del cuarto de V. y de su hermanito, captó el abuso y el video se convirtió en una prueba inequívoca para la justicia.
Al salir del dormitorio, Leandro se percató del monitor. Y la nena le comentó: “¿Viste que mis papás pusieron cámaras de seguridad?” El hombre miró la cámara y al salir, presionó el cuello de la nena, como advertencia. “Me apretó el cuello y me dolió mucho”, aseguró ella.
V. le contó lo que ocurría a su niñera, porque tenia miedo de contarle a su papá. “Vi que los videos coincidían exactamente con lo que mi hija nos relataba, nos desesperamos”, contó Pablo.