Un niño tiene derecho a crecer bajo el cuidado de su madre, aunque sea ella una ladrona que vive del latrocinio, amenaza con violencia a sus víctimas y termina beneficiada con condenas leves justamente por ser madre de un menor.

Así puede entenderse la sentencia irrisoria que recibieron dos mecheras que, tras un juicio abreviado, accedieron a treinta días de prisión domiciliaria y siete meses de prisión condicional, tras haber robado en una casa de artículos deportivos y en un supermerado.

Se trata de Karen Tamara Soria María Gabriela Britos, quienes el 20 de diciembre fueron sorprendidas usando el coche de uno de sus hijos para esconder los cuatro pares de zapatillas que intentaban sustraer de un local de Muñecas al 200.

Meses antes habían utilizado la misma modalidad para tratar de apoderarse de objetos de la sección perfumería de un supermercado ubicado en avenida Juan b. Justo y pasaje 1 de Mayo, amenazando violentamente a la mujer que las descubrió.

Las dos ladronas llegaron al juicio abreviado que acordaron precedidas por el antecedente de una probation, a la que accedieron para evitar ser condenadas por otros latrocinios cometidos en el marco de lo que eligieron como medio de vida.

Aún con esos antecedentes, el juez Facundo Maggio consideró que el tener hijos pequeños era un atenuante, basándose en el Derecho Superior del Niño, y aún cuandio esa interpretación condenaba a los niños a seguir al cuidado de ladronas que los usan como herramienta y escudo para delinquir.