*Por el Equipo de Investigación de EL FEDERAL

Hace unos años EL FEDERAL realizó una investigación sobre una suerte de dique precario y sin autorización que se había realizado sobre el río Huaco, cerca del puente viejo. La noticia ahora cobra relevancia, pues la persona acusada era el concejal José “Quirquincho” Aguilar, detenido por la plantación ilegal de marihuana más grande de la historia de la provincia, hallada en esa zona del departamento de Sanagasta.

Un grupo de vecinos explicó a EL FEDERAL que Aguilar llegó a la zona hace unos 7 años, de la mano del entonces intendente José Aparicio. “Le dieron unos terrenos en comodato, pero él se movió y consiguió las escrituras”, afirmaron. “Hizo negocios con la venta de terrenos y armó el camping Los Nogales”, explicaron.

A unos 300 metros de ese camping fue donde la policía encontró casi 1.200 plantas de marihuana. El concejal dijo que había dado los terrenos a una fundación, pero finalmente fue detenido. A su vez, este medio confirmó a través de fuentes judiciales que efectivamente hay una ONG involucrada y que sus referentes intentaron coseguir un permiso para la plantación, algo que hoy las leyes no lo permiten.

Lo cierto es que los vecinos contaron que Aguilar había montado una especie de dique precario, con bolsas de cebolla y de alimentos de perro, restos de Pelopincho, bolsas de residuos y pieras, que hacían un murallón para elevar el nivel de agua para que vaya por una acequia hacia distintos terrenos río abajo, donde había productores, pero donde estaba también el camping Los Nogales.

Aguilar no era concejal en ese momento. Fue finalmente elegido en 2019, en la lista que encabezaba el actual intendente Federico Sbrioli. Pero se volvió una suerte de referente de los productores que querían agua para sus fincas.

“Él decía que tenía unas plantas de alfalfa, pero cuando fuimos a verlas, eran cuatro. Ahora todos sospechamos que las quería para la marihuana”, dijo un vecino. Todos los consultados pidieron reservar su identidad por miedo a represalias.

Los vecinos contaron que por el dique la zona se volvió imposible de utilizar con fines recreativos, porque el estancamiento del agua hizo que proliferaran el mal olor y pequeños organismos que veían en el agua, que no saben qué eran.

También recordaron que presentaron varias notas en Ipalar y otras dependencias oficiales, que daban respuesta, pero que siempre llegaba tarde y que el dique se volvía a construir. “Al final nos dijeron que a los productores les hicieron unas bombas y vinieron a sacar el dique, pero el propio Aguilar tiró todos los restos al río. Le pedimos que no lo haga, pero no nos hizo caso”, relató otro vecino.

El dique ilegal, además, implicaba un desperdicio de agua. Pero lo que más les llamó la atención a los vecinos es que los productores siempre usaron el agua sin necesidad de armar esa estructura, hasta que llegó a Aguilar a la zona. De ahí las sospechas.

“Hizo que nos enfrentemos vecinos contra productores. Eso es lo más triste. Pero todos teníamos que estar del mismo lado, incluido los vecinos de Sanagasta, porque ellos se quejaban de la falta de agua y no sólo se las robaban acá, sino que le mandaban agua podrida, porque el agua se estancaba en el dique”, comentó un tercer vecino.

Lo que no hubo es una respuesta judicial a ese recalmo. Alterar el curso de un río es delito. La justicia federal deberá investigar si acaso el cultivo de marihuana no era anterior a esta temporada y si, como sospechan los vecinos, el dique ilegal no se había montado para abastecer esa plantación.

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