“Mi nieto estaba dormido en el asiento de atrás del auto”. La que asegura esto es la abuela de Franco L., uno de los seis detenidos por la violación grupal ocurrida el lunes en Palermo. Ella lo describe como “un chico normal, un adolescente tardío e incapaz de hacer algo malo a nadie”. Un chico que “respeta mucho a la mujer y fue criado por mujeres”.
La abuela transmite su incredulidad y relata: “Mi mamá lo cuidó hasta los 90 años, que yo me jubilé. Mi hija es médica, trabajaba todo el día. Franco fue al colegio alemán. Solo se puso rebelde como todo adolescente“. También cuenta que su nieto trabajaba en un call center para Alemania. “Siempre metía currículums en todas partes. Era trabajador, tranquilo”, dice.
La familia de Franco asegura que él se quedó dormido en el auto donde ocurrió la violación: “Hay un video que lo muestra tirado en el pasto dormido. Dos policías lo echaron, se fue al auto, se sentó atrás y se durmió”.
La mujer se sostiene de lo que le habría dicho Ignacio R., otro de los detenidos, a la madre. “Mamá, Franco y yo estábamos dormidos en el asiento de atrás. Por favor creeme”. Y afirma que su nieto estaba “en el lugar equivocado, con gente equivocada”. Dice que su familia sólo conocía a Ignacio y está convencida de que a los demás los conoció el mismo día. “Al que maneja el auto, para mí, lo conoció casualmente”, aventura.
La abuela reconstruye lo que les fue contando su nieto durante la previa de aquel lunes: “El domingo habían hecho un asado a la noche antes de irse al after. Después se fue a Palermo. Él no llevó su auto, no maneja en Capital. No se anima porque se pone nervioso. Estaban varados sin poder volver con el otro chico Nacho (haciendo referencia a Ignacio). El auto no era de ellos”.
Y continúa: “Mi hija le mandó un mensaje ese día y él le contestó ’todo bien mamá’. Y después nada más. Ella salió, pero yo me quede en casa porque quería estar atenta por Franco. Vivíamos para él. Mi hija vino a la tarde y me dijo ’me extraña que a Franco le mando mensajes y me manda al buzón’. Después nos llamó la tía que estaban viendo el noticiero. Así nos enteramos de todo”.
También se refiere a las imágenes del video en que muestra los instantes previos a la violación, en la Plaza Serrano. “Se ve claramente que la chica iba abrazada. Mi nieto no estaba ahí. Él tenía pantalón largo y ahí estaban todos de pantalón corto. Él estaba con jean y remera negra y pelo muy cortito”, cuenta.
En otro video se lo ve a Franco pegándole al panadero que intervino junto a su esposa para detener la violación grupal. “Vino el panadero a pegarle un botellazo y él reaccionó y le dio una trompada porque se despierta y le dan un botellazo. Él pudo pensar que era un ladrón, que era un ataque. No sabía qué era lo que estaba pasando”, supone.
Y repite una y otra vez su teoría: “Para mí se durmió profundamente y no vio lo que pasaba, sino se hubiera bajado y se hubiese ido. Porque infinidad de veces salió y a su mamá algunas veces la llamaba y le decía: ’me venís a buscar. No me gustó’. Si él hubiera estado consciente, despierto, se habría bajado”.
Enfrente del domicilio familiar, alguien pintó el apellido de Franco junto a la palabra “violador”. Nos quemamos las manos tratando de sacar esa pintada. Anoche me acosté y sentí que pasa un auto y gritaban ’violador’. No es justo. No sabemos qué hacer. La gente no entiende el daño que hacen a la familia. Nosotros criamos a una persona de bien”, dice.
También cuestiona que llamen “chacales” a los detenidos “sin que todavía la Justicia no haya dicho nada. ¿No hay presunción de inocencia?”.
Mientras tanto, los vecinos de Ignacio R., el amigo de Franco, están sorprendidos. “Yo lo veía pasear al perro todos los días, sabíamos que iba a practicar básquet. Nunca estaba desprolijo. Jamás tuvimos problemas. La madre es una mujer dada, una dulzura en persona, por eso estamos dolidos. A él no lo tratábamos. Yo llore más por la madre. Si él lo hizo ni una lágrima se te puede caer, pero por la madre sí”, afirma Roberto.
El vecino dice que la de Ignacio es “una familia ejemplar de la puerta para afuera. Eso es lo que más duele. Al chico, que hace 10 o 15 años que vive acá, nunca lo vimos hacer nada raro. Si hizo esto que pague, porque es como si hubieran agarrado a mi nieta”.
El miércoles también habló Jorgelina, la madre de Tomás D. “No lo puedo defender porque no sé qué pasó. Pero si él lo hizo no dudo en que me lo confesaría”, dijo. “Yo pensaba que lo habían agarrado porque tenía porro en la mochila. Pero jamás me hubiera imaginado que era por un abuso”, agregó. Y contó que “era un chico que tenía buena relación con todo el mundo, no se llevaba mal con nadie y que respetaba a las mujeres”.