La Justicia procesó al ex gobernador de Tucumán y ex senador nacional José Jorge Alperovich en la causa en la que se lo investiga por el abuso sexual de una sobrina, según confirmaron fuentes del Ministerio Público Fiscal. El juez Osvaldo Rappa tenía un plazo de diez días para resolver la situación del exsenador, que declaró el pasado 20 de abril ante el Juzgado Criminal y Correccional 35, y rechazó los hechos que se le imputan.
En una resolución de 419 páginas, Rappa dictó el procesamiento del exmandatario provincial por abuso sexual simple en tres oportunidades y abuso sexual agravado en seis oportunidades, indicaron fuentes judiciales. Además, el magistrado también lo embargó por 2,5 millones de pesos. Con la decisión de hoy, entonces, el juez entiende que tiene elementos para creer que el imputado es culpable de haber cometido el delito. De la resolución surge un detallada reconstrucción de los hechos que se investigan y por eso se mantiene en reserva.
El juez procesó a Alperovich por tres casos de abuso sexual y seis de abuso sexual agravado. El procesamiento –fundamentado en más de 400 páginas– fue dictado sin prisión preventiva, por lo que el ex gobernador seguirá en libertad.
En su resolución, el magistrado señaló que los hechos se dieron “mediando abuso de poder y autoridad; todo lo cual por sus circunstancias, y tiempo de duración le ocasionaron a la víctima un sometimiento sexual ultrajante”.
Los fiscales Santiago Vismara, de la Fiscalía Criminal y Correccional 10 de la Ciudad, y Mariela Labozzetta, de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres, fueron quienes dieron impulso a la investigación, con un expediente que se unificó en la ciudad de Buenos Aires a pesar de que la denunciante también había realizado una presentación en Tucumán, provincia que Alperovich gobernó durante 12 años.
El día que declaró una hora y media vía Zoom, el exgobernador se defendió de las acusaciones y después utilizó su cuenta de Twitter para decir que “demostró” que la denuncia en su contra “era falsa” y tenía como objetivo “excluirlo de la escena política”.
Sin embargo, esa idea de “conspiración” en su contra que planteó el exlegislador peronista durante la presentación, en la que no respondió preguntas, no convenció a la Justicia, que ahora dicta su procesamiento en esta carátula que se inició en 2019, con la denuncia de su sobrina que era también su asistente.
Durante el derrotero de la causa, la disputa por la competencia llegó incluso hasta la Corte Suprema, ya que la Justicia de la Ciudad y la de Tucumán querían el expediente porque los delitos que se investigan ocurrieron tanto en Puerto Madero como en la provincia del norte.
Finalmente, el máximo tribunal se hizo eco de los fundamentos del procurador interino, Eduardo Casal, y definió que la causa por abuso sexual contra Alperovich debía investigarse en la Justicia porteña, un revés para el político, que esperaba que se tramitara en el Poder Judicial de su provincia.
Cuando la denuncia tomó trascendencia pública, Alperovich era senador nacional por el Frente para la Victoria (FpV), un cargo que se extendía hasta diciembre del año pasado. Pero debido al tenor del expediente, el entonces legislador decidió tomarse licencia y bajó su perfil público. En 2019 intentó volver a la gobernación, pero fue derrotado en las urnas y quedó en el cuarto puesto.
La carta de la sobrina
En 2020, cuando tenía 29 años, la sobrina del exgobernador escribió una carta en la que contó que Alperovich la violentó “sexual, física y psicológicamente” desde diciembre de 2017 hasta mayo de 2019. “Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él”, planteó la mujer.
“No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe”, aseguró en esa misiva, donde reveló sobre su tío: “No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra”.