*Por Ángel Flores 

Hace tiempo que las prestaciones de salud dejaron de ser la prioridad de la cúpula que dirige OSUNLaR. En medio de un festival de nepotismo, incompatibilidades y una frustrada (y megapolémica) compra de terrenos en Córdoba, la obra social de los trabajadores la UNLaR pasó a ser un medio para que su presidenta Marita Corzo trepe en sus ambiciones personales. Mientras, la cobertura en el interior llegó a su mínimo histórico y la transparencia de las cuentas internas brilla por su ausencia. Esta investigación habla de la decadencia de la gestión de la vicerrectora de la UNLaR.  

El intento de Corzo y el gerente general de OSUNLaR, Federico Díaz Martínez, de comprar un inmueble en Córdoba por unos 450 millones de pesos es un tema más que conocido a esta altura. Pero detrás de esa operación hay un situación de fondo: que la gestión de Corzo priorizó varias cuestiones que no tienen nada que ver con su principal función, que es prestar un servicio de salud de calidad.   

Hoy los docentes del interior (o los de la capital que viajan a otras ciudades) sólo tienen, en el mejor de los casos, acceso a prestaciones básicas. Es verdad que los problemas del sistema sanitario en el interior son históricos y exceden a la gestión de Corzo, pero la obra social tiene los medios para solucionar muchas cuestiones que hoy no funionan.  

Esa falta de gestión contrasta con el festival de nepotismo que vive la obra social. “La incorporación de personal, cómo mínimo, se duplicó desde que asumió Marita Corzo”, contó una fuente que conoce de primera mano el funcionamiento de OSUNLaR. Describió una situación similar a la que vive la UNLaR desde que Daniel Quiroga se instaló en el rectorado.  

Las fuentes coinciden en que, en general, los nuevos empleados son gente sin experiencia y, en muchos casos, familiares y amigos. “Marita logró que nombren a su pareja, al hijo, la novia, al amigo y al amigo del amigo. Todos trabajan en OSUNLaR o en algún lado de la universidad, y los más cercanos a ella ingresaron con categorías altas”, reveló una de las fuentes. 

La primera persona a la que absolutamente todas las fuentes apuntan es Miguel Gómez, la pareja de Corzo, quien se quedó con el manejo del Centro Social y Deportivo de OSUNLaR y la cantina, donde también trabajaría un hijo. Allí se construyeron para alquilar canchas de fútbol y paddle que despertaron polvareda, porque el dinero se invertió para generar una renta –que casi nadie sabe cómo se maneja– y no para mejorar la calidad del servicio que presta la obra social.  

Hay una lógica que tiene ese caso con la que la mayoría de las fuentes está de acuerdo: la creación de áreas o funciones que antes no existían para que ocupen los familiares. En el caso del centro deportivo, se desplazó hacia funciones administrativas a la persona que históricamente manejó el espacio para ubicar a la pareja de Corzo, al mismo tiempo que se mejoraron las instalaciones y comenzaron a alquilar las canchas de fútbol. 

Mucho más burdo es el caso de una hija de Corzo, nombrada en un área que se creó especialmente para ella: el área psicológica, según las fuentes. Para entender lo ilógico de esa decisión hay que comprender cómo funcionan las obras sociales. Lo habitual es que no briden directamente los servicios, sino que contraten prestadores y tercericen. “A lo sumo, una obra social grande como Camioneros u Osecac puede poner consultorios externos, pero ninguna contrata a los médicos como empleados en relación de dependencia”, explicó un médico consultado para esta investigación. 

A la par de esos nombramientos, la calidad del servicio fue decreciendo, sobre todo en el interior. “Sólo hay prestaciones básicas, pero en algunos lugares, ni eso. En Aimogasta no hay prestadores, en Chepes no hay farmacias”, precisó una fuente. “Por eso se inventaron las ‘campañas’ al interior, que implica llevar prestadores desde capital, para suplir ese déficit”, agregó.

Otra de las fuentes fue más gráfica. “Un paciente del interior puede venir a jugar al fútbol en una cancha muy linda, pero tiene que ir a un hospital público si quiere recibir atención en su lugar de residencia”, sentenció. 

Nota aparte merece la frustrada operación inmobiliaria en Córdoba, donde OSUNLAR iba a comprar un inmueble para alojar a sus afiliados. La aspiración eran grande, si se tiene en cuenta que hoy la delegación de OSUNLaR en la provincia directamente no tiene sede (a decir verdad, están de prestados en un rincón). No está claro si se llegó a pagar una seña, algo que por lo bajo es vox pópuli en la UNLaR, pero que Corzo y su aliado en esa aventura, Federico Díaz Martínez, desestimaron. Si la seña efectivamente se pagó, el dinero desapareció.

Hubo un informe con algunas advertencias del síndico y hubo varias irregularidades en el proceso de aprobación interno. El tema no sólo fue criticado en más de una reunión del Consejo Superior, donde se evidenció que el precio no guardaba relación con los metros cuadrados a comprar, sino que además recibió cuestionamientos hasta de dirigentes de Consenso, el espacio que llevó a Corzo a ser vicerrectora. Este medio revelará en el futuro todas las irregularidades y detalles de esa operación.

Por último, otro tema sobre el que EL FEDERAL ONLINE volverá en el futuro tiene que ver con la sucesión de la actual gestión. Hay una idea prácticamente unánime, no sólo en la OSUNLaR, sino en toda la UNLaR, de que el doble cargo de Corzo, como vicerrectora y presidenta de la obra social, es incompatible por varias cuestiones, no sólo legal, sino por un choque de intereses y de horarios para poder cumplir con ambas funciones.  

Naturalmente, Corzo se beneficia de la situación, pues acumula poder e ingresos por los dos cargos que superarían el millón de pesos mensual. Pero la incompatibilidad es ostensible. De ahí la pregunta de si Corzo buscará su reelección o no. Y entre los posibles sucesores, la sospecha más firme es que Corzo podría buscar delegar el poder a su gran aliado en este entuerto, Federico Díaz Martínez. 

Una fuente indicó un dato que saldrá a la luz en breve: Díaz Martínez tendría una denuncia muy grave por violencia de género. Una fuente judicial consultada al respecto corroboró el dato y aseguró que hubo gestiones de un operador (¿ligado a Corzo?) para intentar frenar ese expediente.  

La situación interna está que arde. La mayoría de las personas consultadas para esta investigación no quisieron hablar. Las que accedieron, lo hicieron bajo estricto resguardo de su identidad. El escenario es tan ridículo por momentos, que el jefe de personal tiene prohibida la entrada al camping que conduce el novio de Corzo, donde supuestamente “trabajan” la mayoría de los “amigos de” nombrados.  

El malestar es doble. Por un lado, los afiliados del interior viven muchas veces una pesadilla para lograr que los atiendan. Y los trabajadores ven, por un lado, como se arrastra a contratar a determinados prestadores y, por otro, como los “amigos de” sin experiencia entran a trabajar con categorías altas. La vice, en tanto, sueña con suceder a Quiroga y hacer una carrera política. Eso sí: de salud, mejor no hablar.