Tres veces el presidente estadounidense Joe Biden le dijo a Alberto Fernández que le había dado instrucciones a los máximos funcionarios de su administración para que avanzaran en los temas pendientes con la Argentina.
La primera fue en el Salón Oval durante el encuentro que mantuvieron los dos mandatarios mano a mano durante 20 minutos. Solo estaban ellos y sus traductores, arriba de sus cabezas colgaba el retrato de Franklin Roosevelt que corona la pared principal del despacho más famoso del mundo.
Fernández y Biden hablaron sobre la salud del Papa. El anfitrión, un ferviente católico, exhibe al igual que su visitante argentino una foto suya con Francisco. En el mismo lugar y ante los periodistas, Fernández dijo ser “un aliado absoluto” de Biden. Ocurrió poco más de un año después de que le ofreciera a Vladimir Putin convertir a la Argentina en la puerta de entrada de Rusia al continente. Pasaron cosas.
En dos oportunidades más Biden repitió a Fernández la orden que transmitió a sus colaboradores. Ocurrió en The Cabinet Room, adonde se sumaron los funcionarios estadounidenses y sus pares argentinos, que habían esperado en una sala contigua al Salón Oval a que los dos jefes de Estado terminaran su encuentro privado.
La reunión ampliada se extendió durante otros 60 minutos “Mi equipo ya tiene la instrucción de trabajar codo a codo con ustedes”, insistió el líder demócrata frente al secretario de Estado Antony Blinken, la secretaria del Tesoro Janet Yellen y consejero principal de Seguridad Nacional Jack Sullivan. Para el ministro de Economía Sergio Massa, el canciller Santiago Cafiero y el embajador Jorge Argüello fue una excelente noticia.
Biden se refería a la agenda de minerales críticos, producción de alimentos y energía que la Argentina ofrece al mundo, además del biodiesel, la normativa antidumping y las alícuotas al acero, el impacto de la sequía y las eventuales modificaciones de la normativa de los organismos de crédito. En el Gobierno interpretaron el inminente viaje de la número 2 de Blinken, Wendy Sherman, como una señal en ese sentido, aunque ninguno de esos temas se destacó en el comunicado que difundió la Casa Blanca al terminar el encuentro.
Tres veces también -según el relato de algunos de testigos del encuentro- Biden hizo una analogía entre el legado económico que heredaron de sus predecesores Donald Trump y Mauricio Macri. “Biden dijo tres veces que teníamos en común haber heredado una economía destruida de los gobiernos que nos precedieron”, señaló Fernández en la conferencia de prensa posterior que brindó en la Embajada argentina.
Los funcionarios argentinos que llegaron hasta Washington destacaron que no hubo preguntas directas al Presidente sobre el complejo escenario electoral de la Argentina. “Nos preguntó por el Cuervo Larroque”, ironizaron entre risas.
Sin embargo, la política local se coló varias veces, antes y después de la bilateral entre Biden y Fernández. Más llamativo que la alusión a Javier Milei y Patricia Bullrich por la desregulación de armas fue la interpretación que hicieron el Presidente y su comitiva de la publicación en Twitter de Cristina Kirchner -11 minutos antes de que Fernández llegara a la reunión más importante de su mandato- a propósito del pedido que hizo el senador republicano Ted Cruz para que se investigue a la Vicepresidenta. “Marginales políticos hay en todas partes”, reflexionó el Presidente.
Para la Vicepresidenta, Cruz representa un respaldo para que Comodoro Py avance con su persecución política para proscribirla. Para el círculo del Presidente, el senador texano es comparable al diputado del PRO Fernando Iglesias. “Nadie lo quiere”, dijeron. Son algo más que matices.
Ante la consulta de una periodista española, el Presidente señaló que todavía no piensa en la reelección, pero que trabaja para el triunfo del peronismo.
Algunos de los funcionarios que ingresaron a la Casa Blanca destacaron que Biden es consciente del daño que Trump le provocó a la región. Hubo preguntas específicas sobre las proyecciones de la siembra y cosecha para 2024. Los argentinos les pidieron que haya excepciones contra la ley anti-inflacionaria de EE.UU que complica las exportaciones de litio argentino. La paradoja es que la principal exportadora del país es la norteamericana Livent, un detalle que puede colaborar en las negociaciones.
En la reunión de trabajo finalmente ni Fernández ni nadie de su equipo insistieron con el pedido para que EE.UU acompañe en el directorio del FMI la eliminación de sobrecargos que el organismo cobra a la Argentina, una idea con la que el Presidente martilla en cada foro internacional. En lo más alto del Gobierno hay quienes sostienen -con palabras menos amables- que el pedido del Presidente es estéril. El Fondo no tiene pautado volver a discutir esa posibilidad en lo inmediato. Massa había preparado tres videos breves para explicar el impacto de la sequía y las propuestas de seguridad alimentaria y las potencialidades de energía en el país.
Los funcionarios argentinos salieron hambrientos de la reunión en la Casa Blanca. En la previa apuntaban que EE.UU. busca relativizar la influencia de Beijing en la región. “Somos competidores, no enemigos de China”, dijeron. Los funcionarios argentinos señalaron las rapidez de China para otorgar créditos a América latina en comparación a los organismos de crédito. La secretaria del Tesoro prometió colaborar con eventuales modificaciones para subsanar ese error.
En un pasaje del encuentro Biden señaló a Yellen. “Con la misma celeridad con la que acaba de salvar a los bancos, va ayudar a la Argentina para trazar un puente al desarrollo”, señaló el mandatario estadounidense, según el relato de los funcionarios argentinos. Hace nada más que 4 días, en la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo donde inició esta gira, el Presidente pidió a los países centrales que dejen de socorrer a los bancos.