La intendenta Inés Brizuela y Doria armó un enorme revuelo en Twitter luego de que saliera a apoyar al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Lo hizo en medio de la represión a las protestas por la controvertida reforma constitucional en la provincia del norte, pero a la vez dejó al radicalismo sin argumentos frente a la modificación de la Carta Magna riojana que impulsa Ricardo Quintela.  

Más allá de los colores políticos de sus gobernantes, la situación política de Jujuy no es muy distinta a la de La Rioja. Sus gobernadores consolidaron un enorme poder y pueden llevar adelante sus planes de gobierno casi sin obstáculos. Ambos, además, lograron amplias mayorías en las convenciones constituyentes cuyos integrantes se votaron en las últimas elecciones provinciales.  

La reforma que Morales impulsa en Jujuy tiene varios frentes polémicos, pero a grandes rasgos podría decirse que hay dos que son los que más indignan: uno tiene que ver con la posibilidad de desalojar de manera expeditiva a los que no tengan título de propiedad, lo que deja indefensas a las comunidades originarias (algo que se volverá a discutir, según informó ahora el mandatario); el otro núcleo de debate tiene que ver con la limitación al derecho de protesta, pues prohíbe los cortes de ruta y de calle, y la toma de edificios públicos, con lo cual, quita la posibilidad de utilizar las formas más habituales de manifestación. 

“El pueblo de Jujuy eligió construir la convivencia en la paz. La Convención Constituyente votada por sus representantes consagró el Derecho a la paz social”, escribió ayer Brizuela y Doria en Twitter para defender a Morales, uno de sus principales aliados políticos. Y calificó a los docentes y pueblos originarios reprimidos como “minorías violentas que, anárquicamente, y apoyadas por funcionarios nacionales, se arrogan la representación del pueblo en su conjunto”.

Los tuits armaron un enorme revuelo, porque los hizo en medio del estallido social en Jujuy, que incluyó represión, balas de goma, un chico de 17 años que perdió un ojo, detenciones y hasta denuncias por torturas de la policía. Al cierre de esta editorial, el primer mensaje de la intendenta tenía 59 respuestas, 67 retuits y 218 “me gusta”.

Ahora bien, en La Rioja, a pesar de la desmentida del oficialismo, la oposición viene denunciando desde hace rato que el verdadero objetivo de la reforma constitucional que impulsa el gobernador Quintela es abrir una ventana para que el mandatario pueda presentarse por dos períodos más.

Hay otro tema sobre el que hay certeza de que el quintelismo sí buscará avanzar en la Convención Constituyente y sobre el que habrá debate. Es la idea de establecer algún mecanismo para limitar el ejercicio del (mal) periodismo. Más allá de que este tipo de iniciativas seguramente terminarían con un revés de la Corte Suprema, es más que probable que el radicalismo se oponga a cualquier tipo de legislación restrictiva sobre ese tema. 

Ahora imaginemos por un momento que el quintelismo decide avanzar sobre esos temas. Piense el lector en la peor reforma posible: reelección sin límites, creación de una comisión para juzgar a periodistas porque alteran la paz social, prohibición de toda forma de protesta, obligación de lectura en las escuelas de “Quintela me ama” y varios etcéteras negativos y antidemocráticos. Y ahora, imagine el lector el siguiente tuit escrito por un dirigente peronista de cualquier rincón del país:

“El pueblo de LA RIOJA eligió reelección sin límites, creación de una comisión para juzgar periodistas y prohibición de todo tipo de protesta. La Convención Constituyente votada por sus representantes consagró el Derecho a la paz social”. 

Por si algún despistado no se dio cuenta, es el mismo tuit que escribió Brizuela y Doria, con un pequeño cambio. La idea de que una Convención Constituyente puede hacer cualquier cosa porque fue votada en elección popular es increíblemente autoritaria y dejaría sin argumentos al radicalismo riojano frente al quintelismo.

En este juego de “dar vuelta” los escenarios, hay un argumento particularmente interesante que utilizó el gobierno de Jujuy al que el radicalismo riojano debería atender. Una de las críticas a la reforma de Gerardo Morales es que el tratamiento fue exprés, en apenas dos sesiones. Sus defensores aseguran que los temas a debatir se conocían desde que se declaró la ley de necesidad de reforma. En La Rioja, en tanto, la oposición también viene cuestionando el secretismo con que se maneja el oficialismo, pero cualquier peronista podría contestarle igual que en Jujuy: “no hay ningún secreto, ya saben desde hace meses cuáles serán los temas de tratar”. 

Hace unas semanas, Cristina Kirchner volvía a dejar una de esas frases que quedarán para la historia. “Aprendí que en política los agravios prescriben a los seis meses”, dijo. El problema de ese concepto, que legitima la doble vara, es que, al juzgar dos hechos similares de manera diferente, lo que los políticos priorizan son sus posiciones y lo que dejan de lado son sus ideas, que es lo que verdaderamente importa.

La realpolitik pregona que la realidad manda por sobre las convicciones. De ahí que, para la mayoría de los dirigentes, en una elección poco importan las ideas (y la coherencia) y lo más importante suelen ser las posiciones, es decir, defender a toda costa el lugar en el que uno está parado. Esto permite criticar la represión en Famatina y defenderla en Jujuy.

Pero hay pocos debates más profundos que una reforma constitucional y la única forma de que valga la pena es que se discutan ideas. Habrá que dejar de lado a los que critican o aplauden por conveniencia, y empezar a ver si en todo ese meollo llamado “política” hay alguien al que le interese debatir ideas, más allá de su posicionamiento. Esa clase de dirigentes son los que valen la pena.