*Por Juan Pablo Parrilla

Después de horas de frenetismo, el oficialismo finalmente arribó a la unidad con una fórmula del peronismo moderado, representado por Sergio Massa y Agustín Rossi. Pese a las molestias del ala cristinista y el sector progresista, tendrán que votar al ministro de Economía, que representa un peronismo de centro y supuestamente capaz de lograr adhesiones por fuera del núcleo duro del kirchnerismo.  

La Rioja estuvo en sintonía con lo que ocurrió a nivel nacional. Primero, con una lista de unidad, tal como impulsaba el gobernador Ricardo Quintela, que contaba con el apoyo de buena parte de la dirigencia local en esa estrategia. El mandatario fue parte de la “rosca” nacional y que quedó muy bien posicionado dentro del peronismo de cara al futuro. 

Segundo, esa sintonía con la estrategia nacional también quedó reflejada en una lista de candidatos casi sin “quintelistas duros”, con mayoría de dirigentes “moderados”, de similares características a la fórmula presidencial.  

De ahí se explica, por ejemplo, que Florencia López encabece la lista de senadores. Desde las elecciones de 2017, la Vicegobernadora aspira a representar a parte de la herencia del menemismo en La Rioja y podría ocasionarle un dolor de cabeza a Martín Menem. Además, los estrategas del peronismo creen que López está en condiciones, según las encuestas, de intentar captar algún voto por fuera del ultraquintelismo, que desde que asumió busca mostrarse como un movimiento más bien progresista (aunque esto no se refleje en toda su dirigencia). 

Ese perfil moderado también lo cumple Fernando Rejal, que, aunque las encuestas que mandó a hacer el gobernador mostraron que tiene poco conocimiento en la capital, tiene espalda de sobra para cumplir su misión en Chilecito, donde recluta muchos adherentes no peronistas. Basta con pensar en el intendente Rodrigo Brizuela y Doria, de origen radical. Con Rejal, además, el gobernador saldó una deuda que le había quedado de las elecciones provinciales, aunque su elección fue más bien estratégica. 

Algo parecido se podría decir del ultrabederista Ricardo Guerra. Y, por último, Luz Santágelo Carrizo, la única quintelista de la primera hora dentro de la boleta, quien es la garantía de que el Gobierno va a jugar a fondo con este equipo elegido por el gobernador.  

Eso es, en definitiva, lo que buscaba Quintela: determinados perfiles de candidatos. El gobernador incluso lo dijo abiertamente a sus dirigentes: que quería lo que buscan sus votantes, algo similar a lo que le aconsejaban sus asesores, como Mario Riorda. Hubo algunos dirigentes que nunca entendieron ese mensaje y por eso se pusieron a buscar razones ajenas a la política para intentar comprender por qué eligió esos nombres. Algunas de esas cuestiones trascendieron en los medios. Hoy sus voceros quedaron como viejas chismosas antes que como miembros de la alta política.

Lo que ahora habrá que ver es cómo se define la estrategia de campaña del peronismo riojano con ese perfil de candidatos. Es probable que haya algunas discrepancias al respecto. Quintela ya adelantó en varias reuniones que para él estos comicios son tan o más importantes que los provinciales, no sólo por una cuestión de gobernabilidad, sino porque sus aspiraciones personales también dependerán de lo que ocurra en las urnas a partir de agosto. 

En cuanto al estamento de Diputados, no hay mucho más para decir: Sergio Casas y Beba Aguirre responden a compromisos de Ricardo Quintela y de Cristina Kirchner, respectivamente. Con el ex gobernador hubo ciertas situaciones de tensión en el cónclave de Las Margaritas, pero se terminaron resolviendo, y a la diputada le bastó con ser alfil de la vicepresidenta. 

En este mismo espacio periodístico se adelantó hace tres semanas que la intención de Quintela era armar una lista de unidad con López y Rejal a la cabeza. Se dijo, además, que seguramente Luz Santángelo sería candidata suplente, que Sergio Casas mermaría sus aspiraciones de ser senador para acompañar a Beba Soria en su intención de continuar en la Cámara de Diputados, y que Ismael Bordagaray ocuparía algún lugar si Sergio Massa era precandidato a presidente. Era el escenario más probable y se cumplió. 

PASO forzadas

En la oposición buscaban una lista de unidad, pero el panorama nacional forzó la primaria local. Hubo incluso un ofrecimiento de Inés Brizuela y Doria para que Guillermo Galván vaya segundo en la nómina de precandidatos a senadores, pero eso hubiera significado dejar a Patricia Bullrich sin candidatos locales. Como se dijo hasta el cansancio en este editorial dominical, lo que definiría la suerte de Juntos por La Rioja era la primaria a nivel nacional. Y así fue.

Eso implicó, además, que Julio Martínez reapareciera una vez más en escena, por pedido expreso del larretismo. Su mayor desafío será quitarle el olor de “figurita repetida” a su fórmula junto a Brizuela y Doria.

Bullrich, a su vez, podría ser la sentencia de muerte de los “libertarios”, que empiezan a ver las limitaciones de organizar un espacio ultrapersonalista, que hoy gira exclusivamente alrededor de Martín Menem. Su único capital político es el apoyo de Javier Milei y el apellido Menem. No es necesario ser un experto en Max Weber para conocer los problemas que acarrean los personalismos en los movimientos políticos.

Además, en La Libertad Avanza tienen miedo de que pueda levantar Bullrich en la provincia y ya tomaron nota de cómo Luciana De León podría intentar capitalizar algunos temas, como ocurrió con las pistolas Taser.  El hijo de Eduardo Menem soñaba con pelear el segundo lugar en las elecciones provinciales y buscar una banca en la cámara alta, pero su decisión de ser candidato a diputado es una clara señal de debilidad.