Terminó la Feria del Libro con una nave central repleta, que fue a disfrutar el espectáculo sin fisuras que brindaron Juan Carlos Baglietto y uno de los superdotados del rock nacional, Lito Vitale.

El balance, en principio, fue muy positivo, aunque hay que prestar atención a dos cuestiones de cara al futuro: faltó la pluralidad que suele haber en otros eventos similares y los precios de los libros espantaron a muchos.

La fecha, en plenas vacaciones de invierno, fue un acierto. Los que tienen hijos y aprovecharon la agenda de la feria pudieron disfrutar a diario entre tres y cuatro actividades, la mayoría en el Patio de la Casa de la Cultura, que cerró casi todos sus días con sus sillas ocupadas. El cenit fue, quizás, el espectáculo de Zamba y Nina en una atiborrada nave central. Tuvo, además, una cartelera muy variada y talleres educativos más que recomendables, como los de Winti. Todo gratis. Puro aplausos.

En la nave central hubo mucha concurrencia, pero la venta fue pobre. “Estamos embolados, porque nadie compra”, explicó a este medio un librero que había venido desde una provincia del Litoral para trabajar en la feria.

No obstante, a diferencia de otras ediciones, los precios estuvieron acordes a los que se ven en las librerías. EL FEDERAL ONLINE hizo un sondeo con cinco ejemplares, los cuales tenían precios similares a los que tenían en Mercado Libre.  

¿Faltaron ofertas? “Nosotros ofrecemos algunos títulos a precios accesibles, pero ningún comerciante pone en oferta los productos que más se venden, eso es sentido común”, explicó otro librero que tenía su stand frente al escenario central.

Por citar algunos ejemplos, los precios de los libros de chicos más vendidos (los de Lyna Vallejos, Los Compas, Vicnix), oscilaron los $5 mil pesos, aunque había clásicos que se podían conseguir por $2.500. Las ofertas más baratas fueron, más que nada, libros muy cortos para niños pequeños o revistas para dibujar.

Con respecto a la agenda de disertantes, ofreció puntos muy interesantes, casi todos con salas llenas o colmadas, como el queridísimo Liniers, Pedro Saborido, Juan Sasturain, Felipe Pigna, la siempre emotiva Mayra Arena y, quizás la sorpresa, la muy bien recibida Sofía Caram.

Hay que destacar, además, algunas presentaciones de autores no tan conocidos, pero destacados, como el premiado Mauricio Kartun o Selva Almada.

Fuera de lo estrictamente literario se destacaron dos espectáculos: el impecable cierre de lujo con Baglietto-Vitale (faltó espacio, los que llegaron tarde lo vieron incómodos en los pasillos) y el show de Costa.

La agenda pecó en dos aspectos: faltó pluralidad y tuvo demasiados eventos institucionales. No era necesario poner a un intendente a presentar un libro de poesía y se notó la ausencia de voces no kirchneristas.

El balance, como se dijo, es siempre positivo. La Rioja tiene una de las mejores ferias del NOA. Ojalá el ajuste que se viene no arruine esta sana costumbre de promover la cultura.