Las temperaturas de 50 o 60 grados podrían ser, para los argentinos, más que noticias del norte del planeta, una tremenda realidad.

En los últimos días fueron noticia las temperaturas que se registraron en algunas zonas del hemisferio norte. En Medio Oriente sufrieron sensaciones térmicas de 66 grados, y en zona de Europa la temperatura superó los 50 grados, todas marcas que ponen al ser humano al borde de la muerte.

Mientras en nuestro muy frío invierno leemos esta información que nos parece tan lejana, expertos nos advierten de que en breve podríamos llegar a vivir el mismo drama.

Lisandro Roco, uno de los expertos que participó en la reciente investigación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), explicó que “las olas de calor son un fenómeno complejo por la serie de impactos que tienen en la vida de las personas. En el caso de Latinoamérica, son especialmente relevantes en los países que presentan climas templados o mediterráneos, como Chile central, la zona norte en Argentina, y algunas zonas de Centroamérica con menor vegetación”.

La investigadora Yasna Palmeiro-Silva, del University College London, agregó que “si consideramos las proyecciones climáticas que van en línea con la cantidad de CO2 que emitimos se espera que las olas de calor sean más frecuentes, más intensas y más prolongadas. Estas proyecciones son para todo el mundo, pero obviamente hay diferencias regionales, porque las geografías cambian y eso hace que estos episodios sean más o menos intensos”.

El escenario que se plantea para el próximo cuatrienio en Latinoamérica es alarmante. Se debe, según la experta, al fenómeno de El Niño.

“El Niño es un fenómeno climático natural que afecta especialmente a Latinoamérica, y aunque la evidencia científica no ha determinado si hay una estrecha relación entre el fenómeno de El Niño y el cambio climático, lo que vemos es que hay una interacción entre el aumento de las temperaturas atmosféricas globales, marinas y El Niño”, analizó.

Finalmente advirtió que “se esperaría que las temperaturas sean extremas en el hemisferio sur a partir de septiembre, algo que se podría prolongarse por hasta cuatro años”.