*Por Juan Pablo Parrilla
La historia de Los Mogotes tiene de todo: una hostería con aguas termales que brilló a mediados del siglo XX, una mina de uranio radiactivo que espera que el Estado se haga cargo algún día de su remediación, la expropiación de los terrenos, su oscura entrega a Ramón Díaz, su desmentida, denuncias, rumores, más denuncias, más rumores, tala ilegal, caza furtiva, la “usurpación” de Beder Herrera y un mar de incertidumbre.
Esta investigación busca arrojar un poco de luz sobre la impresionante formación geológica que se puede ver desde la ruta 74, en el departamento Independencia, a sólo 25 kilómetros de Patquía, que un grupo de vecinos busca recuperar desde hace años para explotarla turísticamente junto a la Reserva Provincial Los Colorados, pero cuyo destino final todavía es un misterio.
Capítulo 1: La hostería
La zona tiene una vasta riqueza histórica. Se sabe que por allí habitaron grupos indígenas de Los Capayanes. Se han identificado cementerios y poblados, además de áreas de morteros y siete bloques con petroglifos. También se hallaron urnas funerarias de hace 1.200 años. Y cerca de ahí se alberga la famosa cueva del Chaco, hoy parte del Parque Los Colorados.
En 1932 se creó la Comisión Nacional de Climatología y Aguas Minerales, que en los años siguientes realizó estudios sobre aguas termales en varias zonas del país, incluida la Rioja. A partir de esos y otros resultados, entre los años ’30 y ’40, se construyó el complejo Los Mogotes Colorados, que incluía una hostería y cuya principal atracción eran sus piletas con aguas termales. Su slogan era “eterno clima primaveral”, aunque sólo funcionaba de abril a septiembre.
Fue uno de los primeros complejos de este tipo en el país. Sus publicidades eran habituales en diarios y radios, lo que lo convirtió en un lugar de referencia que solían visitar actores y famosos. Se decía que sus aguas termales sulfurosas a 34 grados servían para combatir el reumatismo, mejoraban la piel y estimulaban el funcionamiento del hígado y los intestinos.
En total había 15 habitaciones en una casona, que incluían una cocina italiana y heladeras Frigidaire. Había una granja y ofrecían excursiones a los atractivos de la zona, como “El obelisco”, “La tortuga” y “El puente natural”, y traslados en la empresa CATI. Además de la piletas termales a cielo abierto, había cuartos de baño. Ofrecían pensión completa.
Capítulo 2: Uranio a cielo abierto
Cuando la Comisión Nacional de Energía Atómica descubrió el depósito de uranio “Los Colorados”, en 1974, la hostería ya había cerrado. Quince años más tarde, la empresa Uranco S.A. obtuvo la concesión de la mina, que explotó a cielo abierto entre 1992 y 1996. Produjo, en total, 55 toneladas de uranio, que fue extraído por lixiviación usando una mezcla de agua y ácido sulfúrico. Dejó un saldo de 135 mil toneladas de colas y un millón de toneladas de estériles.
La empresa realizó tareas de reparación, desmanteló sus instalaciones, recubrió las colas de proceso, niveló los terrenos para evitar acumulación de agua y se retiró. Desde entonces, no hubo trabajos de mantenimiento ni de monitoreo sistemático de la CNEA. Sólo visitas aisladas de observación.
Según un documento presentado en 2004 ante el Banco Mundial por el Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería del Uranio (PRAMU), cuando Ramón Díaz compró el campo, la Dirección General de Minería de la provincia pidió que la CNEA intervenga porque se había erosionado la parte superior del área de pilas de la mina. Una comisión visitó la zona y recomendó algunos trabajos de mantenimiento.
Fuentes del sector ambientalista indicaron a EL FEDERAL ONLINE que hasta el día de hoy persisten fuentes de potencial contaminación, como las escombreras con los desechos de la mina (que se pueden observar desde la ruta 74) y los residuos sólidos resultantes de la lixiviación de pilas.
Durante un buen tiempo, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) realizó monitoreos de aguas superficiales, agua potable, agua de napa y sedimentos, y mediciones de la tasa de emanación de gas radón. EL FEDERAL ONLINE no pudo establecer si se siguen haciendo. Por eso, este medio presentó un pedido de acceso a la información para conocer los valores. Ya en 2004, por ejemplo, el agua potable en Patquía estaba al límite del máximo de uranio permitido por el Código Alimentario Argentino.
En los años posteriores al cierre de la mina, el gobierno provincial concedió varios permisos en Los Colorados y la vecina mina de El Ututuco. La empresa provincial EMSE, durante la conducción de Héctor Durán Sabas, incluso encaró un proyecto junto a la compañía Caudillos Resources, de capitales australianos, que llegó a tener aprobación del informe de impacto ambiental para la etapa de exploración, que comenzó en 2011. Los socios de la firma eran Fernando Colagioia y Armando Jesús Claudio Sánchez, ambos con domicilios fuera de La Rioja. Su presidente era Armando Jesús Claudio Sánchez y el director suplente, que salió en algunos medios, era el chileciteño Leonardo Félix Ramaccioni.
Una curiosidad: ya en 2004 el PRAMU identificaba al casco de la estancia como “Díaz”. Sin embargo, a esa altura en la provincia nadie sabía a ciencia cierta cómo el entrenador había llegado allí.
Capítulo 3: La expropiación
El 7 de mayo de 1998, la Legislatura provincial aprobó la ley 6.466, a partir de un proyecto del diputado Gerardo Javier Fuenzalida, que declaraba de utilidad pública y sujeta a expropiación tres fracciones que sumaban 144 hectáreas de una propiedad de 32 mil hectáreas a nombre de la empresa Los Mogotes Colorados SA. Eran, en concreto, la zona de la hostería, las piletas y el camino de acceso desde la ruta 74.
Sin embargo, al año siguiente los diputados Oscar Eduardo Chamía, Ceferino David Tobares y Jorge Raúl Machicote presentaron un proyecto que derogó esa ley y declaró de utilidad pública 7.000 hectareas de la propiedad. Finalmente, fue aprobado el 9 de diciembre de 1999, con el número de ley 6.847, sancionada con el decreto 159 del año siguiente.
Y en septiembre de 2000 el gobernador Ángel Maza emitió el decreto 898, publicado en el Boletín Oficial del 24 de noviembre de ese año, que expropió 4.749 hectáreas de las 7 mil que habían sido declaradas de utilidad pública, divididas en dos fracciones de 349 y 4.400 hectáreas. El decreto advierte expresamente que el inmueble debe ser “destinado a la realización de parcelamiento conforme a las necesidades de los emprendimientos económicos”.
El Estado pagó $3.990,32, en base a la valuación fiscal. O sea, casi 0,85 centavos de dólar por hectárea. Y las tierras fueron transferidas al Instituto de Minifundios y Tierras Indivisas (IMTI). Poco después se mandó a licitar una obra de infraestructura eléctrica para un emprendimiento turístico por $287.651,28, unos 92.790 dólares.
Capítulo 4: El rumor de Ramón Díaz
Hasta la semana pasada no se sabía que Ramón Díaz era el actual propietario de las tierras. Sí había distintas versiones sobre el origen de su posesión, pero no estaba claro que las había comprado. Y las propias autoridades de La Rioja fueron dando distintas versiones: que se firmó un contrato, que había un comodato, que hubo una donación con cargo.
Según la escritura a la que accedió EL FEDERAL ONLINE, Ramón Díaz pagó 75 mil pesos en abril de 2003, lo que equivalía en ese momento a 25.862 dólares. Lo más llamativo es que firmó la escritura de venta con el entonces director general del IMTI, Eduardo Néstor Rojo Luque, quien no citó en ningún momento una ley que lo habilitara a enajenar las tierras. ¿La Legislatura lo aprobó o el traspaso fue irregular?
Cuando EL FEDERAL ONLINE comenzó a investigar este tema hace unos años, no había certezas sobre la situación. Habitantes de la zona aseguraban que la estancia era del ex futbolista, pero las autoridades de gobierno no supieron o no quisieron brindar precisiones cuando este medio lo consultó.
Ya desde 2003 el propio Ramón Díaz se había encargado de desparramar el rumor. Según recuerda una crónica del diario Clarín del 17 de octubre de 2003, cada vez que el director técnico aparecía por el aeropuerto de Ezeiza para viajar con River y se cruzaba con alguien que se iba del país, antes de firmar el autógrafo arremetía con la misma pregunta: “¿Por qué te vas de vacaciones fuera de Argentina si este es el mejor país del mundo?”.
La pregunta retórica tenía una explicación que el propio “Pelado” se encargaba de dar: “Mirá, yo desde que volví de Japón nunca más salí del país salvo por el fútbol. Yo recorro la Argentina porque hay unos lugares divinos. Y no sólo en el sur, eh. El norte tiene de todo. Cosas que no se ven en ningún lado del mundo. Este es un país maravilloso y la gente no se dio cuenta todavía. ¿Vos sabías que en La Rioja hay termas? Bueno, yo estoy construyendo un complejo en mi provincia que se llama Los Mogotes. Está cerca de Talampaya y las aguas tienen unas propiedades tremendas. Argentina es increíble”.
Un repaso de las crónicas de la época da cuenta de que la prensa local ya algo sabía, pero que no había muchas precisiones. Por ejemplo, La Voz del Interior informó a través del periodista Raúl Albrieu (citado erróneamente como Albríe), de FM Frontera de Chilecito, que Ramón Díaz estaba construyendo un hotel. “Su participación se daría como gestor de capitales italianos”, coincidió, por su parte, una fuente identificada como “una periodista de El Independiente”.
El proyecto incluso tenía nombre: “Viñas del Sol”. Pero no había nada oficial ni la población sabía exactamente qué ocurría allí, en medio de fuertes rumores de que el hotel Naindo que se estaba construyendo en ese momento también era del DT.
Capítulo 6: El robo
Hay una curiosidad mayúscula en esta historia: que la primera desmentida de la existencia del emprendimiento de Ramón Díaz fue antes de que adquiera las tierras. “Su trabajo es el fútbol, no le interesa un hotel ni ningún otro negocio extrafutbolístico”, dijo en 2001 su amigo personal y mano derecha, Omar Labruna, ex ayudante de campo en River. sentenció.
Las declaraciones de Labruna respondían a una investigación del diario La Voz del Interior, que a partir de varios testimonios denunció que una mueblería de Villa de Soto había talado de manera ilegal 14 algarrobos de entre 150 y 200 años para construir muebles para tres hoteles que estaba construyendo Ramón Díaz en la provincia, uno de ellos, en Los Mogotes.
De acuerdo al diario cordobés, vecinos de Villa de Soto y hasta el dueño de la mueblería habían asegurado que los muebles eran para Díaz, quien había estado personalmente en el lugar. La policía corroboró esa versión y recordó que muchos hinchas de River se habían sacado fotos con él.
Los algarrobos en cuestión estaban en un campo privado y su tala ilegal fue investigada por la policía cordobesa, a partir de una denuncia presentada el 25 de enero de 2001. Y de ahí viene la gran duda: ¿por qué hablaban de Ramón Díaz, si adquirió esos terrenos formalmente dos años después? ¿O será que eran para otro hotel?
Lo cierto es que los árboles fueron encontrados en la mueblería de Carlos Aratano, que según un informe de la agencia Córdoba Ambiente, necesitaba muchos algarrobos para satisfacer la demanda de Ramón Díaz. El propio Omar Laburna desestimó la construcción del hotel y dijo que Ramón Díaz y Artano “son muy amigos y hasta se visitan mutuamente”.
Capítulo 7: Las vaquitas son ajenas
Como sucede habitualmente en estos casos, la llegada de Ramón Díaz afectó a la comunidad de Los Colorados, la misma que ahora impulsa la expropiación. Una década atrás, sus miembros denunciaron que desde hace 50 años sus animales tomaban agua de los canales de lo que llamaban “Estancia Los Mogotes”, pero que Ramón Díaz les había impedido seguir con sus prácticas.
Uno de los que más ruido hizo fue el vecino Domingo Peiti, quien denunció en Radio Fénix: “Un señor que dice ser dueño de la Estancia Los Mogotes, nos corta el agua, y nuestros animales se mueren de sed”. Sostuvo, según la versión mediática, que “Díaz compró sólo 4 de las 40 mil hectáreas de las que decía ser dueño”. Tenía razón.
“Hace más de 50 años que sacamos el agua de ahí. Somos los pobres ganaderos del departamento Independencia que con eso subsistimos y paliamos la situación en la que vivimos“, añadió.
Capítulo 8: Caza furtiva
El 17 de junio de 2002, antes de firmar oficialmente la escritura, Ramón Díaz fue detenido cerca de Los Mogotes, pero del otro lado de las sierras, en Villa Unión, tras ser sorprendido por guardaparques mientras practicaba la caza furtiva en el Parque Nacional Talampaya.
Según la crónica de Clarín, los guardias del Talampaya habrían visto una camioneta 4×4 negra, en cuyo interior había unas piezas de caza. Aunque el guardiaparque no lo confirmó, trascendidos llegados a la prensa indicaban que eran dos perdices, y que el ex técnico de River tenía un rifle.
Al parecer, Díaz estaba con su esposa y sus dos hijos paseando. Sugestivamente, la crónica de Clarín advierte que había iniciado su periplo “en las cercanías de la localidad de Patquía”. Varios años después, en 2016, se viralizó una foto del entrenador con un venado muerto, lo que despertó un revuelo en redes sociales.
Capítulo 9: Que devuelva las tierras, parte 1
En 2009, según recuerda un artículo de Noticias NOA, la diputada Camila Herrera había contado que presentaría un proyecto para “recuparar y declarar de interés provincial el inmueble denominado Los Mogotes-Los Colorados”. Dijo que eran 7 mil hectáreas en total.
“Estamos buscando lograr del INTI y de la Administración Provincial de Tierras un informe legal y técnico, que seguramente se va a expedir en estos días, sobre el proyecto de ejecución agro-turístico que había presentado Ramón Díaz mediante un expediente, en el cual él se comprometió a ejecutar ese proyecto”, advirtió la legisladora.
Habló de “incumplimiento de contrato en todos sus términos” y denunció que “mucha gente perdió sus animales al ceder este predio para un proyecto que se presentaba como muy generoso y visionario”.
No avanzó.
Capítulo 10: Que devuelva las tierras, parte 2
El 18 de agosto de 2015, el gobierno provincial realizó una extraña maniobra para que los terrenos vuelvan al Estado. “El gobierno recuperó las tierras que Ramón Díaz tenía en comodato”, dijo en esos días el entonces gobernador Luis Beder Herrera.
Era la primera vez, al menos hasta donde pudo detectar este medio, que una autoridad precisaba públicamente la cuestión del comodato, aunque la versión que ahora dio el gobierno lo desmiente, pues las tierras habían sido vendidas.
Lo cierto es que esa vez, en declaraciones a Impacto Rioja, Beder Herrera blanqueó sus intenciones, sin aclarar la situación legal. “Proyectamos un hotel. Nos encantaría que vengan inversiones para hacer cabañas”, apuntó.
Capítulo 11: La segunda expropiación
Ayer se comenzó a tejer un nuevo capítulo de esta historia. La Legislatura aprobó la declaración de utilidad de las tierras y aprobó una ley cuyo proyecto apenas incluyó tres párrafos entre sus fundamentos.
La oposición reclamó que el gobierno no aclaró para qué usarán los terrenos ni se sabe cuánto pagará la provincia una vez que sean expropiados. Ahí comenzará una nueva historia: habrá que ver para qué se destinan.