El exsenador Eduardo Menem salió al cruce de la serie “Menem” (Prime Video), que recorre los diez años de gobierno de su hermano Carlos. “El guion es una farsa. Los hechos históricos fueron desfigurados. Crearon personajes que no existieron”, enumeró el exlegislador sobre los ejes centrales que atraviesa la entrevista como las negociaciones por las privatizaciones, la convertibilidad y los excesos de la época de la pizza con champagne. 

El hermano del exmandatario y padre del actual presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, calificó a la serie de Ariel Winograd como “hecha con mala leche” y se quejó de no haber sido consultado: “Me llamó el productor y le pedí ver el guion porque tenía una sospecha de que podía venir con esa mala leche, y nunca me lo mandaron. Si lo hubieran hecho, sería otra cosa”.

Eduardo hizo notar su disgusto con la mirada que la serie imprime a los diez años de menemato y que resuena con más fuerza en tiempos de Javier Milei, presidente que reivindica aquella gestión como la mejor de los últimos 40 años. “No sé de dónde sacaron el guion, pero seguramente copiaron algún libro de los que critican al expresidente“, desacreditó y volvió a cargar: “Los que hicieron la serie son unos farsantes porque desfiguran los hechos de una manera perjudicial”.

El exsenador, que se sentó en primera fila en Casa Rosada cuando Milei colocó el busto de Menem en el salón dedicado a los expresidentes, lamentó que hagan “aparecer como un ignorante” a su hermano y desmintió la escena en la que se lo ve negociando el plan de convertibilidad con el exministro de Economía, Domingo Cavallo, montado a caballo. 

Carlos nunca usó un sobretodo, él usaba mantas, tipo ponchosLo hacían ver con una mirada siniestra cuando todo el mundo sabe que él era todo bondad, cordial, que se acercaba a la gente“, ofreció sus detalles de color a la historia. 

“Debían haber tenido un poco de consideración por la figura de un presidente que falleció, que durante su mandato no hubo perseguidos políticos y la prensa tenía la libertad más amplia”, se descargó el exsenador, a pesar de que en aquellos años se registró uno de los juicios emblemáticos respecto de la libertad de expresión en la Argentina, en el que la CIDH condenó al Estado argentino por un juicio abierto por Menem contra el diario Perfil. 

Privatizaciones, reforma del Estado y odaliscas 

Eduardo Menem negó cualquier intento de accionar legalmente contra la productora y reconoció que, a pesar de ser su hermano, no tiene poder legal para accionar. “No salgo siquiera en la serie. Soy el que estuvo más cerca de Carlos durante toda su vida política y no me consultaron nada“, lamentó. 

En ese tono, Menem contó su versión de la historia y se quejó de que la privatización de Entel sea contado “como un negociado, cuando fue la más exitosa”. “Gracias a la privatización en Argentina, donde los ciudadanos tardaban diez años en tener un teléfono, pasaron a hacerlo en 48 o 72 horas, con la telefonía más moderna del mundo”, dijo en términos magnánimos, al mejor estilo mileista. 

También defendió las negociaciones la Ley de Reforma del Estado –recordada también como Ley Dromi, base para habilitar las privatizaciones, y emulado con la Ley Bases de Javier Milei– al recordar que él actuó como informante. “No buscaban datos exactos, sino una historia falsa”, se quejó y apuntó contra cómo están contadas las negociaciones para su aprobación.  

A Eduardo también le molestó que la serie recupere los lujos y excesos del ex presidente. “¿Cómo puede ser que todo el tiempo lo mostraban con bailes? No sé si en la Casa Rosada o en la residencia. Cuando anuncian la convertibilidad, todo el tiempo ¡odaliscas en el despacho! No, es una vergüenza y lo hicieron con mucha mala leche”, se quejó. 

No es la primera vez que Eduardo sale al cruce del legado de su hermano, y también del de su familia y su carrera política. Días después de la muerte del expresidente, en febrero de 2021, el exsenador se enfadó con quienes recordaron las causas por la explosión en Río Tercero y el encubrimiento de los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel. 

“Que Dios los perdone por esa infamia que están cometiendo al acusarlo sin ningún tipo de pruebas ni elementos sobre Río Tercero. Menos mal que no le echan la culpa de las Torres Gemelas”, remarcó en ese entonces Eduardo.