El derechazo a las nubes de Zuculini y el anunciado remate del desgatado Suárez en la definición por penales fueron el mejor reflejo de la debilidad psicológica y la falta de confianza futbolística del River 2022, que cerrará el año sin títulos y con el riesgo de quedarse sin la participación en la Libertadores 2023 después de la increíble eliminación de la Copa Argentina que sufrió contra un Patronato que preservó titulares para el partido del domingo contra Atlético Tucumán.
El golazo olímpico de Quintero
La mandíbula frágil (ya crónica este año) del equipo de Gallardo quedó en evidencia en la jugada del 1-1: Pinola se quedó sin aire ni piernas para cruzar con solvencia el ataque de Herrera y su cierre funcionó como un pase a Estigarribia, Maidana se resbaló como si estuviera jugando en ojotas y el delantero fusiló al pobre Centurión, que ya había salvado al equipo dos veces al mejor estilo Armani pero no pudo evitar que el bombazo del delantero se metiera en el arco por encima de su cuerpo en el primer palo.
Las polémicas en River vs. Patronato
Así, con los dos experimentados centrales más devaluados que el peso argentino este miércoles en La Rioja, River ya había dejado peligrosos huecos en la zaga desde el inicio (Centurión lo salvó con un par de atajadas a lo Armani). El gol de Zuculini parecía encaminar el pase a la semi de la Copa Argentina y en los minutos posteriores Palavecino metió un derechazo desviado, Juanfer estrelló un zurdazo en el palo, Solari contó con un par de situaciones claras y Ojeda le bloqueó un zurdazo con destino de red con su brazo derecho extendido aunque el árbitro Espinoza no vio como penal.
La ansiedad, desorden e imprecisión de River en el ST generaron otro error posicional posicional y técnico de Pinola y el golpe de nocaut de Herrera, aunque River logró salir rápidamente de ese shock gracias al gol olímpico de Juanfer. Pero cuando el equipo debió mostrar la diferencia de jerarquía con su rival desnudo, otra vez, careció de solidez, equilibrio y fluidez de juego: hace todo muy forzado y termina dependiendo de inspiraciones individuales esporádicas de los volantes, ya que Beltrán no pivotea, Solari anda nublado, Suárez sigue perdiendo chispa y Borja ni Barco funcionan como refuerzos.
River dejó de ser River. Y el futuro es inquietante.