*Por Angel Flores
El reciente rechazo de la UOCRA La Rioja y de varios sindicatos al proyecto de Reforma Laboral impulsado por el Gobierno Nacional vuelve a dejar en evidencia una realidad incómoda: los gremios riojanos se muestran firmes cuando se trata de defender sus estructuras, pero ausentes cuando se trata de defender los sueldos reales de los trabajadores que dicen representar.
El secretario general de UOCRA La Rioja y miembro de la Confederación General del Trabajador local, Sebastián di Fiori, planteó el rechazo al proyecto de Reforma Laboral planteado por el Gobierno Nacional. “Tenemos vasta experiencia de saber que le conviene al trabajador”, dijo a un medio local.
Lo extraño es que la mayoría de los gremios y sindicatos de La Rioja nunca realizaron medidas de protesta, teniendo los sueldos más bajos en todo el país
Durante décadas, La Rioja ha figurado entre las provincias con los salarios más bajos del país, una situación que se ha mantenido sin grandes sobresaltos bajo los distintos gobiernos peronistas. Sin embargo, nunca se escucharon paros, reclamos masivos o medidas de fuerza significativas por parte de las centrales sindicales locales.
Los mismos dirigentes que hoy levantan la voz contra la reforma son los que guardaron silencio mientras la inflación devoraba el poder adquisitivo de los riojanos por décadas
El proyecto de Reforma Laboral propone modernizar un sistema que quedó anclado en el siglo pasado. Busca facilitar la generación de empleo formal, reducir la litigiosidad laboral y otorgar mayor flexibilidad a las pymes, que son las principales generadoras de trabajo genuino. No se trata de quitar derechos, como repiten los discursos sindicales, sino de adaptar las reglas a una economía que cambió y que no puede sostenerse con estructuras pensadas para un país industrial de hace medio siglo.
Los gremios, en cambio, prefieren mantener el statu quo. Un sistema que les garantiza poder político, aportes automáticos, cuotas obligatorias, y sobres que vuelan, aunque eso signifique sostener el desempleo y la informalidad. En La Rioja, donde miles de jóvenes no consiguen su primer trabajo formal, la defensa a ultranza de los viejos privilegios sindicales no parece tener mucho que ver con la defensa del trabajador.
Es legítimo que haya debate. Pero también es hora de sincerar responsabilidades: si los sueldos riojanos son uno de los más bajos del país, no es solo culpa de los gobiernos. También es resultado de dirigencias sindicales cómodas, funcionales y poco comprometidas con el progreso real de quienes viven de su esfuerzo.
La Reforma Laboral no será la solución mágica, pero puede ser un punto de partida hacia un nuevo modelo de empleo, más dinámico y más justo. Tal vez por eso los gremios la temen tanto: porque pone en riesgo un sistema que los beneficia a ellos, no a los trabajadores.
