[REDACCIÓN EL FEDERAL] El intendente Federico Sbiroli montó ayer un show al que llamó “rendición de cuentas” del Chayero Sanagasteño, pero la conferencia de prensa que brindó poco y nada tuvo que ver con un verdadero acto de transparencia. Aunque no lo dijo, los números que precisó confirmaron que sin los subsidios de la Provincia el festival hubiera arrojado pérdidas por 13,6 millones de pesos.
Poco antes, el concejal Patricio Vásquez había denunciado en Radio La Red que el oficialismo que responde a Federico Sbiroli se negó a conformar una comisión que, según una ordenanza, debe constituirse todos los años para controlar los gastos del Chayero Sanagasteño. Debería estar integrada por dos concejales, el cura párroco, vecinos, comerciante y policías, con el apoyo de un estudio jurídico-contable. Pero el Intendente, al parecer, no quiere controles.
Poco después de esa denuncia se empezó a viralizar la convocatoria de Sbiroli a una conferencia de prensa para hacer la supuesta rendición de cuentas del festival. Pero en ese acto no se brindó la información clave para saber si hubo irregularidades: explicar cuánto se pagó y a qué proveedores.
Un ejemplo para que se entienda: no sirve saber cuánto hubo de ganancias en un rancho, pues la clave es conocer quiénes fueron los proveedores y cuánto se pagó por la materia prima, porque eso permitiría establecer si se contrataron a amigos o familiares o si hubo sobreprecios, que es un mecanismo habitual para garantizar el pago de retornos o coimas.
Otro ejemplo: si las botellas de Coca se pagaron 10 pesos y en un mayorista cuestan 5 pesos, habría una irregularidad; si se contrató a un amigo del Intendente para comprar los chorizos, habría una irregularidad; y así, sucesivamente.
Nada de eso. Sbiroli se limitó a repartir números y mostrar algunas cosas que se compraron con la supuesta recaudación. Pero quedan muchas pregruntas. ¿Hubo licitaciones o contrataciones directas? ¿Cómo se decide, por ejemplo, qué empresa se encarga de los traslados de los artistas? ¿A quién se alquilaron las sillas? ¿Quiénes fueron los proveedores de los productos que se compraron con las ganancias de los ranchos? ¿Cuánto se pagó a los proveedores de la bebida y la comida?
Ese tipo de preguntas arrojarían transparencia. El resto es show.
Lo cierto es que el intendente dio algunos detalles de cuánto cobraron los artistas y dijo que el festival arrojó por venta de entradas una ganancia de 1,4 millones de pesos, que se usarán para construir un salón de usos múltiples, pero esa “ganancia” en realidad es una ficción, porque al Estado provincial le costó unos 15 millones de pesos la organización, que se usaron casi en su totalidad para costear el escenario y el sonido. El SUM no se hará con las ganancias del Chayero, sino con dinero de los contribuyentes.
Esto no quiere decir que esa inversión del gobierno provincia sea algo positivo para la cultura popular y para la economía local, pero hablar de “ganancia” en un festival que necesita subsidios para ser rentable es, como mínimo, demasiado pretensioso. Y en los hechos es, sencillamente, una mentira.