Jorge Antonio Díaz Solís llegó a la Argentina hace más de cinco décadas porque tenía un sueño: ser médico.
Finalmente y después de sortear diversos desafíos logró cumplir su objetivo a los 78 años.
“Este título significa toda una vida para mi”, expresó emocionado.
El flamante doctor nació en Panamá, donde inició sus estudios, y viajó a Córdoba para terminarlos, pero problemas económicos lo obligaron a posponer su sueño.
Sin embargo, jamás bajó los brazos y ahora quiere viajar a su país natal y reencontrarse con su madre.
Estudió en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y durante 12 años, trabajó y recorrió varios kilómetros de ida y vuelta para llegar al centro de estudios.
“Me las ingeniaba para ir a la universidad porque en esa época no había boleto estudiantil. Caminaba dos o tres horas hasta el Hospital de Clínicas o hasta Ciudad Universitaria”, contó el hombre.
Después de mucho tiempo, el esfuerzo tuvo su recompensa: “Esta era mi meta final y la he cumplido”, manifestó.
En ese sentido, dejó una reflexión a los jóvenes estudiantes: “A los estudiantes de hoy les diría que sean honestos con sus propios deseos, que pidan ayuda y nunca traicionen a sus familias”.
Jorge explicó que al poco tiempo de llegar a Córdoba, se quedó sin trabajo y tuvo que comenzar a trabajar en un cortadero de ladrillos.
Un día, un profesor lo vio durmiendo en el suelo del Hospital de Clínicas e hizo de nexo con el Ministerio de Desarrollo Social para que fuera alojado en una de las casas del programa Viviendas Tuteladas y está allí desde entonces.
Conseguir un hogar y la contención necesaria para poder trabajar y estudiar fue fundamental para alcanzar su sueño.
Para sus vecinos es un ejemplo de superación: “Para todo el barrio es un orgullo y un estímulo a seguir estudiando. Todos compartimos su alegría”, señaló otra de las residentes en diálogo con El Doce.
“Quisiera decirle a mi mamá que cumplí el sueño”
Pese a que recibirse de la universidad le generó una enorme satisfacción, a Jorge aún le queda algo pendiente: “Quisiera decirle a mi madre que le he cumplido el sueño. Que he llegado a la meta final de mi vida”, reveló.
La mujer tiene 97 años, aún vive en Panamá y todavía no se enteró del gran logro de su hijo.
“Le cambiaron el número de teléfono y no puedo comunicarme. Tendría que buscarla en la guía telefónica, pero no existen acá en Córdoba”, indicó.
“Espero que no se me muera antes. Tengo miedo que no me reconozca porque está con Alzheimer”, se lamentó Jorge.