Una persona tirada en la puerta de un banco pidiendo dinero a todos los que entran y salen, ya es una imagen que se ha convertido en parte del paisaje cotidiano para todos, al punto de que la mayoría pasa de largo sin advertir la presencia de ellos o ellas. Pero para Bashira (4), no fue así.

A pesar de que el sentido común dice que a veces en la vida es necesario dejarse sorprender como un niño, la realidad es que son ellos quienes día a día sorprenden a los adultos, como pasó esta tarde en Tucumán, más precisamente en la puerta del Banco Nación sucursal Monteros, en donde una niña pequeña llenó de lágrimas los ojos de sus padres.

“Esa niña que ven ahí es nuestra hija. Hace media hora más o menos fuimos al cajero y ella tenía 50 pesos en su mano que eran de ella, y le pregunto a su papá qué hacía esa señora ahí sentada. Él le explicó que ella no tenía trabajo y se sentó ahí para ver quién la ayudaba… Se bajó de la moto y fue y le dio sus 50 pesos” escribió Jessica Luján (25) en su cuenta personal de Facebook.

“Con ese gesto entendí que algo bueno estamos haciendo con ella y me enorgullece. Le doy gracias a Dios por guiarnos como padres y a ella por enseñarnos muchas cosas” cerró el posteo de hoy a la siesta.

Bianca Bashira Delgado es la hija mayor de Jessica y Emanuel Delgado. Junto a su hermanito pequeño, conforman una joven familia de 4 personas. Jessi vende productos de AVÓN, y Emanuel es empleado en una verdulería. “Con poquito vamos saliendo adelante, tratamos cada día. Siempre que podemos le damos un poco de plata a Bashira, no es común para ella tener un billetito como hoy” le explicó Jessi a eltucumano.

En medio de una edad complicada para las infancias, es decir, una edad en la que muchas veces el individualismo sale a flote y los padres luchan por enseñarles a compartir las cosas, Jessi y Emanuel aseguran que con la pequeña Bashira nunca tuvieron ese problema: “La verdad que ella nunca fue mezquina ni nada, siempre fue generosa y tiene un muy corazón” dijo.

“Su abuelita paterna falleció hace poco. Ella la llevaba a la iglesia, y en su honor ella sigue yendo a rezar y a aprender en el templo”, aseguró la mamá. “Estaba acostumbrada a ver a su abuela en casa y jamás había visto a una señora así en la calle. Casi nos ha hecho llorar. Sentí mucha emoción porque me hizo pensar que al fin y al cabo estamos haciendo algo bien con ella”.