Alberto Fernández se mantiene firme en su proyecto de buscar otro mandato presidencial, según lo ratificado esta semana en privado con sus colaboradores más cercanos en la Quinta de Olivos, señala el periodista Marcelo Bonelli este viernes en Clarín. Su pequeño equipo de leales, junto con el propio presidente, se sienten fortalecidos por lo que consideran el respaldo de la Casa Blanca a su plan. Fernández interpreta su encuentro con Joe Biden como una señal de apoyo a su candidatura y continuidad en el cargo.

Fernández regresó de su viaje a Washington con esta idea en mente, extrapolando señales y palabras para llegar a la conclusión de que Estados Unidos quiere que continúe otro mandato. El presidente ha reiterado esta idea en varias reuniones con ministros fieles, quienes lo alientan y entusiasman. Sin embargo, otros políticos, como Máximo y La Cámpora, lo acusan de loco y mitómano, mientras que Cristina expresa su calificativo despectivo preferido: “nunca creí que fuera tan pelotudo”. Sergio Massa se ríe de la idea y afirma que se trata de un delirio de la Casa Rosada.

A pesar de las burlas de la oposición, Fernández se mantiene firme en su utopía de buscar la reelección, afirmando que Biden lo recibió sabiendo que está a ocho meses de terminar su mandato y que su gesto demuestra su confianza y deseo de que continúe. Fernández sostiene que Washington prefiere su gobierno a los delirios de Cristina Fernández o a un salto ultraliberal, y también involucra a Lula en su teoría.

Las especulaciones ocurren en el medio de una dramática realidad. Las cosas están muy mal. La economía -todos los días- se acerca al borde del precipicio. El taxi de las reservas no frena y la remarcación se acelera. El primer corte del INDEC -lo elaboró Marco Lavagna y es confidencial- dice que el índice de marzo se ubicaría en la cumbre del 6,6 y el 6,8 %.

Los inversores de Wall Street sostienen que las interpretaciones de Alberto forman parte de una ficción. Afirman que su proyecto es imposible porque nadie lo votará.

Los dueños del dinero lo escribieron en sus informes secretos: el apoyo de la Casa Blanca obedece al deseo de Biden de que Alberto solo llegue a terminar su mandato y que Argentina no caiga -antes de las elecciones- en el abismo. Exactamente: que no haya “nuevos sobresaltos”.

Esos trabajos de JP Morgan, UBS, Morgan Stanley y Chase insisten en la pesadilla que será “el puente” hasta las elecciones y en la demoledora herencia que recibirá el nuevo Presidente. En los centros financieros internacionales conocen que la relación entre Alberto y Massa se deterioró y pende de un hilo.

El último fin de semana volvieron a tener otro cruce, que frustró un encuentro previsto entre ambos. Ambos, inmediatamente luego de estar con Biden, mantuvieron una reunión a solas y pactaron verse el pasado sábado en Olivos.

En Washington, el dúo actuó en forma coordinada. Pero distante.

Luego del encuentro en la Casa Blanca, el ministro le advirtió a Alberto: “Hay que dejarse de joder. De hacerse la paja mental y trabajar y cumplir lo pactado”. Pero ya en Buenos Aires, Massa decidió no concurrir a Olivos el fin de semana, enojado por actitudes de la Casa Rosada, señala el periodista Bonelli.

Así, se suspendió el encuentro íntimo en Olivos y lo reemplazó una reunión formal el lunes en la Casa Rosada. Massa reaccionó molesto por nuevas operaciones políticas en su contra. El ministro desconfía de Alberto y confirmó, según sus voceros, que atrás de esas acciones hay tres vinculados al Presidente: el canciller Cafiero, la vocera Cerruti y el embajador Daniel Scioli.

Massa lo dijo en una reunión de su equipo -había cinco de sus colaboradores- para que se entere el planeta. El ministro afirmó: “Alberto me está haciendo la guerra y el boludo manda a Cafierito, Cerruti y Scioli a limarme”. Y amenazó: “Un día le voy a plantar bandera y dura una semana”.