El subsecretario de Tránsito y Transporte del Municipio, Claus Bengolea, sugirió que la única forma de “ordenar” el tránsito en el centro de La Rioja es cobrar para estacionar en la calle.

“El estacionamiento medido era una herramienta muy importante para el ordenamiento, porque nos permitía planificar nuestro viaje, daba la demarcación era correcta y con los espacios señalizados. Hoy es muy difícil que se respeten los lugares correctos para estacionar”, dijo Bengolea en una entrevista con Radio Fénix.

Lo que Bengolea no aclaró es que el Municipio, en lugar de cobrar, podría controlar que los automovilistas estacionen en los lugares correctos. Y que el Municipio podría señalizar las dársenas. No es necesario cobrar para hacerlo.

Esa es, en efecto, su función. Bengolea cobra para eso. Si no va a controlar, si no va a señalizar, ¿cuál es su función?

De hecho, antes de las elecciones provincial, quizás con ánimo recaudatorio, el Municipio comenzó a multar, por ejemplo, a vecinos del Barrio Evita por dejar sus autos en los lugares en los que toda la vida los estacionaron, porque -cualquiera lo sabe- en los barrios casi nunca se controla el estacionamiento sobre la mano izquierda.

El otro error de Bengolea es confundir el “ordenamiento” del tránsito con un estacionamiento caro que busca desalentar el uso del auto por parte de las personas que tienen menos recurosos, porque los ricos pagan estacionamiento y listo. Si el tránsito estuvo “ordenado” durante un tiempo, fue porque había menos autos. Pero no era una medida contra todos, sino sólo contra los de menos recursos. Una medida elitista.

Por lo pronto, el escandaloso contrato de estacionamiento medido, que en un país normal hubiera terminado con más de un funcionario preso por las evidentes vinculaciones políticas de la empresa adjudicataria con el gobierno municipal, hoy ya es parte del olvido. Habrá que ver qué hace la próxima gestión.