El Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y el Ministerio de Turismo y Culturas de La Rioja confirmaron el descubrimiento de un nuevo segmento de la red vial andina incaica –Qhapaq Ñan— en el noroeste de la provincia, departamento de Chilecito.
El hallazgo en sí se produjo en abril de 2023 pero recién ahora se lo ha comunicado oficialmente, luego de corroborar la importancia de esta escalinata de la que están a la vista 6 metros de largo y 12 de ancho. Se trata de un nuevo subtramo del Qhapaq Ñan que conectaba al sitio arqueológico Tambería del Inca –en las afueras de Chilecito– con la actual ciudad de Famatina que, al momento de la llegada de los conquistadores españoles, era un poblado diaguita dominado por los incas.
La palabra del arqueólogo
El Dr. en Arqueología Sergio Martin cuenta a Página/12 que “ya desde 1890 se viene investigando en esta zona y yo mismo desde fines de la década del 90, pero nunca nadie había visto estas escaleras tapadas por la vegetación: recién este año las descubrí. Desde aquel tiempo, vengo prospectando el camino y vi que está relacionado con las zonas de fondo de valle y las alturas de la Sierra de Famatina. Al ir encontrando cerámica inca –acaso restos de vasijas caídas de una llama– dije ´sí, es un camino incaico´. Y consideramos que tuvo connotaciones de uso ceremonial para ascender a lo más alto del Famatina en peregrinación; y por eso su inusual anchura. La técnica inca para identificar las zonas de menor pendiente y trazar caminos fue maravillosa. Nosotros usamos un programa o SIG (Sistemas de Información Geográfica) y con la herramienta Caminos Óptimos e imágenes satelitales, generamos un análisis predictivo de los sectores más convenientes para construir caminos entre los sitios incaicos del fondo de valle de Famatina y los adoratorios de altura. Y vimos que el modelo predictivo concluye que los sectores de menor pendiente, coinciden casi exactamente con los elegidos por los incas”.
El equipo profesional
Los trabajos de investigación, limpieza y excavación del sitio los hicieron profesionales del INAPL, la Subsecretaria de Patrimonio de La Rioja y la Subsecretaría de Turismo de Chilecito. Fueron un grupo de arqueólogos, geólogos, historiadores y técnicos quienes identificaron cinco líneas de muros simples formados por rocas de diferentes tamaños que, hace unos 500 años, permitían salvar desniveles sobre la calzada de un camino que conducía al centro de administración inca más importante de la región, la Tambería del inca.
El equipo científico estaba investigando dentro de un subtramo de 20 kilómetros lineales completos del Qhapaq Ñan –ya descubierto en 2015– el cual tiene una singularidad: su ancho mide de 12 a 14 metros, el mayor al sur de Perú (es decir en el Kollasuyu o rama sureña del imperio).
Sergio Martin explica que “estas graderías o escalones se realizaron para salvar pequeños desniveles de la topografía de un terreno cortado por cauces y microcauces de corrientes de aguas permanentes y temporarias, que bajan de las alturas de la sierra de Famatina”.
Este tipo de arquitectura vial no es frecuente en las regiones más australes que dominaron los incas, asegura Martin: “Los caminos suelen ser más angostos y no tienen escalones; sin embargo, en la provincia de La Rioja estamos detectando patrones constructivos y dimensionales distintos, que contrastan con las características viales de otras regiones, qiuizá por la fuerte impronta religiosa que ejercieron los apus ceremoniales en las montañas”.
El uso ingenieril
Los escalones sirvieron para frenar la erosión de las lluvias y el desgaste por el uso diario. Y los peldaños alivianaban el esfuerzo de subir pendientes en jornadas de hasta 24 kilómetros diarios a pie.
Sergio Martin subraya que en este segmento de camino han identificado otros sectores con escalones de piedra que se irán estudiando. Las tareas complementan las actividades de conservación y puesta en valor de la Tambería del inca, que funcionó entre 1450 y 1591 en el valle de Chilecito, donde la semana que viene se mostraran ante autoridades nacionales los avances en la conservación del sitio y en un centro de interpretación a inaugurar el año próximo.
¿Qué es el Qhapaq Ñan?
El Qhapaq Ñan andino comenzaba en la plaza central de Cusco en Perú, a la manera de las calzadas romanas. Un brazo troncal salía hacia cada una de las cuatro provincias incas: por sus venas fluía el poder de un imperio con 20 millones de súbditos. Esos caminos –casi nunca empedrados– subieron hasta los 6.739 metros de altura: cada 20 a 30 kilómetros tenían un tambo –edificio para viajeros y a veces centro de acopio–, la distancia que podía hacer una caravana de llamas en un día. En muchos casos, se construyó sobre caminos preexistentes agregando infraestructura como los chasqui huasis (“casas de los mensajeros imperiales”). Desde el sur de Colombia hasta casi el centro de Argentina se han descubierto apachetas ceremoniales, ushnus –terrazas piramidales– y huacas para sacrificios. Un mensaje llegaba desde Quito a Cusco en una semana, más rápido que una carta hoy.
El arqueólogo Christian Vitry –parte del equipo Qhapaq Ñan Salta– explicó a Página/12 que en el camino ancestral andino hay trazos rectos en la llanura, zigzags para alivianar subidas –uno se cansa poco en el Qhapaq Ñan–, empedrados y simples despejes de piedra como un rastrillaje, muros de contención, escalinatas, rampas, curvas, empalmes, sendas ceremoniales hacia cimas con adoratorios de altura, desagües, puentes de madera, piedra y colgantes de fibra vegetal, o flotantes con balsas de totora por donde cruzaron ejércitos. Y demarcaban líneas kilométricas: la recta de Tin Tin en Salta por la Ruta 40 está sobre un camino inca.
Victoria Sosa, secretaria técnica del Qhapaq Ñan Argentina en el INAPL explica a Página/12 que, cuando se hizo la declaratoria de esta red vial como patrimonio mundial por la UNESCO, se eligieron algunos tramos de los 30.000 kilómetros que se estima llegó a tener en el apogeo del Tawantinsuyu, a partir de ciertas condiciones de “autenticidad e integridad”. Esto incluye a una serie de sitios arqueológicos asociados –desde centros administrativos, defensivos o ceremoniales, hasta simples refugios para caminantes– que permiten comprender el significado y tipos de uso de esos caminos.
En los seis países actuales que abarcó el Estado inca, se seleccionaron 616 Km de camino y 308 sitios arqueológicos asociados, no necesariamente conectados entre sí en la actualidad.
El arquitecto italiano Francesco Careri entiende al sendero como el diseño arquitectónico más perfecto, el ideal en términos ecológicos: “desaparece cuando se deja de usarlo”. Pero no fue este el caso exacto del Qhapaq Ñan: aunque es casi imperceptible a simple vista, al ser un camino de altura, a veces la vegetación no lo tapa. Y es tan simple y complejo a la vez que, a menos que haya una vocación expresa de borrarlo –arduo trabajo– parece diseñado para durar siempre y seguir reapareciendo a lo largo de siglos.