*Por el Equipo de EL FEDERAL ONLINE

El juez Héctor Daniel Barría procesó a una de las acusadas por el crimen de Hipólito Copa, de 68 años, ocurrido en agosto del año pasado, en el barrio Islas Malvinas. A la otra imputada le dictó la falta de mérito, una decisión cuestionada por la querella. EL FEDERAL ONLINE reconstruye en esta crónica el crimen, en base a las pruebas que figuran en el expediente.

El 18 de agosto de 2023, a las 7 de la mañana, Hipólito Copa salió de su casa en el barrio Islas Malvinas. Tenía que ir al Banco Nación a cobrar su jubilación. En la parada del colectivo ubicada sobre la calle Chacho Peñaloza comenzó a conversar con Soledad Leiva, a quien no conocía. Finalmente, ambos se subieron a una unidad de Rioja Bus rumbo al centro.

Copa cobró su jubilación y se volvió a encontrar con Leiva, quien le comentó que un cajero le había retenido la tarjeta de débito, le preguntó si le podía comprar el desayuno y le solicitó dinero prestado para pagar el alquiler. Copa accedió. Le pagó un café y le dio $7 mil pesos. Luego caminaron juntos hasta la parada que está en Rivadavia y 9 de Julio, donde tomaron un taxi hasta el barrio Islas Malvinas.

Los dos descendieron en la calle Madre Teresa de Calcuta, a metros de una casa en la que estaba Nadia Jerez Zárate, conocida como “Popi”, a quien Leiva llamó con un gesto. Zárate se acercó y unos segundos después los tres se fueron caminando juntos hacia el norte, hasta un terreno baldío en el que hay una edificación abandonada, sobre Madre Teresa de Calcuta, entre Esteban Echeverría y España.

Hay cuatro testigos directos en la causa. Dos son unos jóvenes que estaban en una casa muy cerca de la vivienda abandonada y son amigos de Leiva y Zárate. Ambos confirmaron que vieron a las dos mujeres caminando del brazo junto a Copa.

“Ahí pasaron las chinitas con un viejo. Seguro le van a robar”, dijo uno de los amigos al otro. “Ya lo metieron en la casita”, agregó poco después, en referencia a la vivienda abandonada.

Según la hipótesis del juez, Zárate y Copa ingresaron en el terreno baldío, mientras que Leiva se fue del lugar. Este último dato, sin embargo, no es consistente con todos los testimonios.

Los otros dos testigos clave son una pareja de un hombre y una mujer que circulaban en su combi por la calle Esteban Echeverría y unos 20 metros antes de llegar a la intersección con Madre Teresa de Calcuta observaron que en el terreno baldío había una persona en el suelo y una mujer lo estaba golpeando en la cabeza con un trozo de block.

“Pará, lo va a matar”, dijo la mujer a su pareja. Inmediatamente el hombre frenó la marcha de la combi y ambos descendieron del vehículo y vieron a Zárate que salía del lugar, quien les dijo: “Este viejo sucio me quiso violar”. Le preguntaron qué hacía ahí, pero se retiró rápidamente.

El testigo reconoció a Copa, porque lo conocía del barrio. La víctima tenía sangre en su cara y en su oreja, e intentaba pararse agarrándose del alambrado. Lo ayudaron a levantarse.

Zárate, en tanto, había ido corriendo a llamar a los vecinos que la habían visto pasar. “Changos, el viejo me quiso violar”, les dijo. Los tres se acercaron a la vivienda precaria y se encontraron con la pareja asistiendo a Copa.

“Él me quiso violar”, insistió Zárate en ese momento. “Dejá de mentir, vos y la otra le pegaron, yo vi todo”, le contestó el hombre que estaba ayudando a Copa.

Como no llegaban la policía ni la ambulancia, la pareja y uno de los vecinos, que también conocía a Copa del barrio, decidieron llevarlo en la combi hasta el Hospital Vera Barros.

En el hospital a Copa le hicieron las primeras curaciones. Había perdido mucha sangre. Le detectaron una fractura de tabique nasal y varios hematomas en el rostro. Le dieron 10 puntos por un corte en el cuero cabelludo y lo dejaron internado hasta las 6.30 horas del otro día.

Pero el 19 de agosto a las 17 horas volvió a ser internado, esta vez en el Sanatorio Rioja, porque no paraba de sangrar. Estuvo en terapia intensiva hasta que falleció antes de las 21 horas. Sufrió un paro cardiorrespiratorio. La autopsia confirmó que “los golpes recibidos desencadenaron hemorragia y descompensación” y que falleció por un “shock hipovolémico debido a traumatismo de cráneo sufrido”.

Para el juez Barría no hay dudas de que Zárate es la autora material del homicidio. Los dos miembros de la pareja, testigos directos de la agresión, declararon que la agresora tenía un tatuaje cerca del ojo. También Copa la reconoció por esa marca. Y los vecinos la identificaron por su apodo, “Popi”.

El propio Copa le contó a su hija (foto), a un policía y al vecino que lo acompañó en la combi que Zárate lo agredió por un problema de dinero que tuvieron en la vivienda abandonada. No está claro si tuvieron una diferencia o le quiso robar, y la víctima se negó o resistió. Como sea, dijo que lo empujó y lo empezó a golpear con piedras.

Ante ese escenario, el juez Barría consideró que están acreditados los elementos necesarios para procesar a Nadia Anahí Jerez Zárate por el delito de homicidio simple. En cambio, dictó la falta de mérito para Soledad Leiva. El magistrado sostuvo que no está probada su participación en el crimen, pues consideró que Leiva no ingresó al terreno baldío.

No obstante, desde la querella ya avisaron que apelarán la falta de mérito. “Sin la intervención de ella el crimen no hubiera ocurrido”, explicó una fuente cercana a la familia. “Ella lo llevó hasta el lugar y sus dos amigos así lo declararon, que las vieron juntas con el señor”, agregó.

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