[REDACCIÓN EL FEDERAL] Una larga investigación de la justicia federal y la policía de La Rioja terminó con el desbaratamiento de una banda de supuestos proxenetas que se dedicaban a la explotación sexual de mujeres. Ayer se produjo la última detención, de un joven que trabaja en el Edificio Federación. EL FEDERAL ONLINE reconstruyó el expediente a través de fuentes judiciales y policiales.
El joven, según indicaron a este medio fuentes policiales, era “una especie de cadete”. De acuerdo a las constancias de la investigación, se encargaba desde comprar la comida a las mujeres que se prostituían, pero también manejaría un celular en el que se negociaba con los clientes. “Hacía de todo”, dijo una fuente, lo que quizás tiene que ver con la mecánica de la red de prostitución que cayó y que se explica en este artículo. Había un gran trabajo de coordinación detrás de la banda.
El primer allanamiento se realizó en la noche del 19 de marzo, en una vivienda del barrio Vargas, ubicada en Juramento y Ángel Vicente Peñaloza. Allí fueron detenidas dos personas, además de la demora de un supuesto cliente.
Una de las detenidas fue M.V.O.G., quien se cree que era una de las cabecillas de la organización. También, según las fuentes, fue arrestado su padrastro.
El segundo allanamiento se hizo el 28 de marzo en una vivienda ubicada en Vinchina 72, del barrio La Ermitilla. Se trata de otra casa que habría alquilado a su nombre M.V.O.G., según las fuentes, donde también había un prostíbulo fijo.
Pero además, del expediente se desprende que los organizadores alquilaban departamentos de alojamiento por día, sobre todo los fines de semana. Las fuentes aclararon que es habitual que haya mujeres que ejercen la prostitución rentando departamentos temporales, sin avisar a sus propietarios para qué quieren la propiedad.
Cómo reveló EL FEDERAL ONLINE, la banda ofrecía el servicio de las mujeres a través de WhatsApp. En el catálogo había imágenes de las chicas que eran prostituidas.
¿Cómo operaban? Los interesados llamaban a algunos de los detenidos en el primer allanamiento, elegían a una chica y los cabecillas iban organizando cómo moverse. Tenían algunas mujeres en las casas de Vargas y La Ermitilla, mientras que otras eran ubicadas en casas de alojamiento temporal y así se iban movilizando de un lugar a otro.
A principio de año comenzó la investigación, que demoró unos meses, pero fue muy minuciosa. Se vigilaron los domicilios, se hicieron seguimientos, se vieron las cámaras del 911. Y finalmente, el juez Daniel Herrera Piedrabuena, por pedido de la fiscal Virginia Miguel Carmona, activó el primer operativo.