Una tradición mística vuelve a ponerse en práctica durante Semana Santa. El Viernes Santo surge una fuerte creencia sobre un “vacío espiritual”, siendo un momento especial para enseñar curaciones como el empacho, la ojeadura y la abertura de carne. Por este motivo, Zulema Morales, una sanjuanina de nacimiento, explicó el paso a paso de los tres ritos. Creer o reventar, en un video mostró todos los detalles.

Zulema comenzó en el mundo de las curaciones hace 45 años, cuando su hijo mayor Julio era bebé y estaba con muchas complicaciones de salud. Pensaba que el chico había contraído meningitis. Camino a Jáchal, el chofer de la ambulancia dijo: “Voy a traer a mi prima para que lo cure”. La mujer intervino, el pequeño comenzó a tranquilizarse y posteriormente ni siquiera hizo falta el trabajo de las enfermeras. Esa señora fue quien le enseñó las prácticas durante un Viernes Santo.

Las curaciones pueden enseñarse durante el Viernes Santo o Navidad, sin importar el horario, afirmó Zulema. Por supuesto, las personas que quieren aprender, pueden tener o no la dicha de curar a los enfermos. Todo es cuestión de fe y ser “elegido” por la mano divina para portar este “don”. También indicó que dichos rituales deben realizarse durante tres días, cada 24 horas como recomendación.

Empacho

Trata sobre un problema digestivo. El trastorno se produce cuando se come en exceso o se ingieren alimentos difíciles de digerir y provoca malestar general.

Para ello, Zulema sacó un pañuelo. Ella lo prefiere por sobre la corbata, el cual también funciona como elemento alternativo. En un extremo, la mujer y sus rezos. En el otro, la persona enferma colocando dicha prenda en la panza. Ambos deben sostener con una mano este accesorio.

Morales mide su antebrazo en el pañuelo -que no suelta en ningún momento- y va acercándose al abdomen de la persona adolorida mientas dice una oración en voz baja: “Jesús, José y María. Donde tú pones tu mano, pongo la mía”. A cada paso, se persigna.

En tres tramos, llega hasta la panza del enfermo y hace tres señales de la cruz con su mano en la zona afectada y después se persigna. Para Zulema, la clave es la oración y la fe.

Ojeadura

También se conoce como mal de ojo. Es una creencia supersticiosa atribuida a la mirada de algunas personas la capacidad de causar daño a otros. Según las creencias, surge por sentimientos como la envidia, los celos y el odio.

Zulema puso agua en un recipiente y luego colocó cuatro gotas de aceite. Ubica arriba de la cabeza del enfermo y luego “puso” oralmente el nombre de la persona afectada y empezó a curar. “Es mal de ojo o de envidia que tiene esta persona, (nombre del enfermo”, mencionó la oración en voz baja en tres oportunidades y acto siguiente dijo: “Es mal de ojo o de envidia que tiene esta persona, San Francisco, San Francisco”. Después, tocó la frente e hizo la señal de la cruz.

Dato fundamental, Zulema aclaró que no cobra por curar y enseñar.

Si las cuatro gotas se unen, evidentemente hay problemas. El afectado puede estar “ojeado” o tener “aire”. ¿Cómo detectar si no hay inconvenientes” Cuando las gotas de aceite se disuelven en el agua y desaparecen.

Abertura de carne

Trata de un posible desgarro muscular o una herida punzante. Para esta curación, Zulema se trasladó a la cocina de su departamento.

Arriba de una hornalla tenía una sartén con agua caliente y luego puso un jarro, boca abajo. También necesitó de una tijera “calentita” -que estuvo abierta-, que se sienta un poco de calor tras colocarse por arriba del jarro. Cuando empiezan a notarse las burbujitas, “coloca el nombre” del adolorido -mencionándolo-. A continuación, se persignó y comenzó el rezo: “Cuando en el huerto de Jesucristo entré con nueve hombres me encontré. Tres arando, tres cavando, tres curando las carnes cortadas”.

Luego, debe sobar el lugar donde la persona tiene dolor con la tijera “calentita”. Este procedimiento hay que realizarlo tres veces. Finalmente, dijo: “Estos nueve rezos que he rezado, se los dedica a (nombre de la persona) y un credo en mi nombre”. Reza el credo, coloca la tijera arriba del jarro y apaga la hornalla.

Si el jarro “chupa” toda el agua, se infiere que la persona sí tiene un dolor y hasta la sartén puede quedar seca.

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