Una de las leyendas más difundidas en la región de Talampaya cuenta que en el corazón del cañón existe una formación rocosa conocida como “La Catedral”, donde —según los lugareños— se escuchan ecos que no provienen de voces humanas, sino de “los antiguos”, seres que habrían habitado la Tierra antes que el hombre.

La leyenda del Portal de los Antiguos

Se dice que en determinadas noches del año, cuando la luna llena se alinea con los paredones del cañón, aparece una luz blanca en lo alto de las formaciones rocosas, que se mueve sin emitir sonido. Quienes la han visto afirman que no es un dron, ni avión, ni estrella fugaz. Los más místicos la llaman “la centinela”.

La leyenda afirma que esa luz es una guía dimensional: solo quienes tienen el “don” pueden seguirla y, si lo hacen, desaparecen durante horas o incluso días. Cuando regresan, dicen haber estado en un lugar donde el tiempo fluye diferente, y donde se comunicaron con seres “lumínicos”, guardianes de un conocimiento que la humanidad ha olvidado.

Los indígenas originarios, como los diaguitas, también creían que Talampaya era un lugar sagrado, donde el cielo y la tierra se tocan, y donde los espíritus del desierto custodian secretos cósmicos.

Aunque esta historia no tiene sustento histórico ni científico, forma parte del rico imaginario que convierte a Talampaya no solo en un sitio natural extraordinario, sino también en un lugar de misterio y contemplación.

Imagen creada por IA

En el 2013. Ricardo González Corpancho, conocido investigador de antiguas culturas prehispánicas, visitó la provincia de La Rioja, Argentina, buscando los secretos que esconde el Parque Nacional Talampaya y de la llamada “Ciudad Perdida”. Base estructural, espiritual e interdimensional a lo largo de toda América, a través de los denominados Discos Solares Incas, y del cual uno se encontraría en el parque riojano, según su investigación.

Existen diversos textos de las experiencias vividas por González en el Parque Talampaya. Uno de ellos da cuenta que el “Disco Solar, era una herramienta de poder de antiguas y desconocidas civilizaciones que estuvo un tiempo en manos de los Incas. Actualmente, de acuerdo a los chamanes andinos, como los nativos Q`eros de Paucartambo, el disco se halla con sus legítimos custodios en el santuario subterráneo de Paititi”. (Ver artículo)

Las extrañas luces vistas por los guardaparques del Parque Talampaya

Otra impactante publicación del investigador González, da cuenta de testimonios de guardaparques del Parque Nacional Talampaya, de extrañas luces que se ven de noche, en distintos senderos del parque. El posteo en la red social Instagram, es realizado en el 2022.

El texto completo:

“Tras una hora en coche, y otra hora más de caminata a paso ágil, llegué finalmente al pie del sagrado cerro piramidal, llamado por los locales “Mogote Negro”, debido al color de sus rocas volcánicas. Esa formación de basalto es el antiguo núcleo de un volcán que, después de explotar hace unos dieciocho millones de años, lanzó su materia hacia la superficie. Se alza con brío en medio de una depresión de dos kilómetros. Lo que se siente allí es inexpresable. Su entorno es también increíble: viejos rastros de lava, alterados por el viento y el agua, crearon un maravilloso laberinto que, visto a la distancia, parece ser la ruina de una antigua ciudad. Por eso los guardaparques lo llaman “Ciudad Perdida”. Pero también por otra razón… Uno de los principales guardaparques del lugar —no revelo su nombre porque, como comprenderá el lector, al dar testimonio de los “contactos” corre peligro de ser despedido del Parque Nacional— me aseguró que en algunas noches ese laberinto natural se ha “iluminado”.

“Según los guardaparques que interrogué, ese resplandor surge desde varias esferas de luz dorada que, como si fuesen bombillas de un árbol de Navidad, decoran los alrededores del Mogote Negro, lo que da la impresión de ser una pequeña ciudad iluminada. “¿No pudo haber sido gente con linternas?”, les pregunté. “No, imposible, no eran linternas y además el acceso nocturno está prohibido y controlado por nosotros”, me aseguraron. En las pocas ocasiones en que fueron testigos de ese fenómeno quedaron tan petrificados que no atinaron a tomar ninguna fotografía. Esa es la otra lectura de Ciudad Perdida: una manifestación lumínica de otra realidad.”

González visitó La Rioja en setiembre del 2013(Ver artículo), donde experimentó junto con 250 personas de todo el mundo, un encuentro en donde tuvieron el avistamiento de un ovni y que pudieron filmar y fotografiar.