Durante tres días, un cronista de EL FEDERAL le pidió que se coloquen el barbijo a todas las personas que se cruzó por la calle sin tapabocas. Estas fueron sus reacciones.

Una mínima aclaración. Elegimos no publicar las fotos y videos, porque el objetivo de esta nota no es escrachar, sino conocer las excusas y disparar el debate. A esta altura no debería ser necesario explicar la importancia del barbijo y el distanciamiento social, con o sin cuarentena, sea cual fuera la edad de los involucrados.

La primera prueba fue en el Parque de la Ciudad. Los que más cumplieron con el uso del barbijo fueron los que caminaban. Sólo uno iba sin taboca. “Lo tengo en la mano”, dijo ante la consulta de EL FEDERAL. Y siguió caminando, sin colocárselo.

Entre los que corrían por el parque se vieron dos personas con el barbijo por debajo de la nariz. Los mayores infractores fueron los ciclistas. Uno de cada dos de los que iban por la avenida de Circunvalación no tenía tapaboca o lo tenía mal colocado. A un grupo de cuatro que pedaleaban juntos hacia la zona de los cerros se les remarcó la falta de barbijo. “Me lo acabo de sacar. Tenés razón”, admitió uno.

La única reacción violenta se vivió al otro día en una plaza de la zona sur. Una pareja caminaba alrededor del parque sin barbijo. Ante la consulta, la mujer alegó que ninguna ley los obligaba a circular con tapabocas, mientras que el hombre argumentó que estaba “sano” y lanzó un insulto: “puto”. La respuesta combinó egoísmo, ignorancia y discriminación.

En Perón y San Román, otra pareja caminaba sin barbijo mientras bebían algo, cada uno con su vaso. Se les pidió si podían colocarse el tapaboca, como indican las autoridades. La chica siguió caminando, mientras que el joven preguntó con ironía: “¿Quién no tiene barbijo?”. Y se fueron entre risas.

Minutos después, por el mismo lugar, pasó una joven caminando con el barbijo colocado por debajo de la boca. “Estoy fumando”, fue la excusa.

Sí, los fumadores son un problema. En la esquina Buenos Aires y Corrientes se dio una escena similar. Un hombre con uniforme municipal se había bajado el barbijo para fumar. Ante la petición de este medio para que se lo ponga, alzó la mirada, la volvió a bajar y siguió fumando, haciendo caso omiso al pedido.

La misma actitud tomaron un ciclista, dos runners y dos personas que caminaban por la ciclovía: ignorar el comentario sobre la falta de barbijo.

Esos fueron los resultados de este breve experimento social. Cada uno sacará sus propias conclusiones. Sí hay que recalcar que el incumplimiento de las medidas de bioseguridad es prácticamente nulo entre los que andan por el centro, mientras que hay muchos infractores entre los deportistas.

Una de las zonas más riesgosas que se detectó fueron los gimnasios a cielo abierto. Un ejemplo: el viernes pasado, hacia las 20 horas, en el que está en Ortiz de Ocampo y Algarrobo Blanco había cinco personas: una con barbijo, dos con el tapaboca por debajo de la nariz y la boca, respectivamente, y los otros dos sin nada. Todos, muy cerca unos de otros.

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