La oposición indignada e intransigente que ganó las PASO en la mayoría de las provincias se parece muy poco a la que perdió en La Rioja, que casi no mostró los dientes, se expresó tibiamente a la hora de hacer denuncias públicas, hizo muy poco mérito para polarizar la campaña con el peronismo y ni siquiera se animó a blanquear su apoyo a las protestas contra la cuarentena estricta. Las urnas le dieron la espalda. Y en ese marco, por primera vez en mucho tiempo forzó el conflicto con la Provincia y tensó la soga al máximo.

A nivel nacional, la oposición que se impuso en las primarias está enojada. Muestras sus diferencias con el oficialismo cada vez que puede, es una máquina de denunciar políticas públicas y casos de corrupción, polariza todo el tiempo y, fundamentalmente, muestra los dientes. Está indignada. La única excepción es el sector que gobierna en territorio porteño, que moderó su discurso porque durante la pandemia era oficialismo.

En La Rioja la oposición adquirió un rol muy distinto. Más allá de los motivos, de movida eligió a Juan Amado y Luciana De León (foto), dos candidatos con mucho futuro, sobre todo en el caso de De León, pero políticamente correctos, sin la cuota de indignación y desfachatez que permitió que personajes como Donald Trump o Jair Bolsonaro lleguen al poder, que son las mismas características que reflejan a nivel local dirigentes como Patricia Bullrich, Javier Milei o Elisa Carrió.

Un ejemplo muy claro de las diferencias entre esa oposición que ganó a nivel nacional y la que perdió en La Rioja se puede ver en el grado de protagonismo que tuvieron en las protestas contra la cuarentena estricta. Mientras en la Ciudad de Buenos Aires y otros distritos, muchos dirigentes opositores participaron de las marchas contra el aislamiento obligatorio, la oposición en La Rioja no quiso reconocer que buscó impulsar las manifestaciones, ni siquiera cuando estaba a la vista en la presencia de funcionarios municipales ni cuando se filtró el chat de la Intendenta llamando a una “pueblada”.

Otro ejemplo de esos matices se puede ver a la hora de hacer denuncias. Cada vez que pueden, Bullrich, Vidal y compañía se anotan un poroto con alguna acusación. En La Rioja eso no pasa, a pesar de que sobran temas. De la polémica explicación oficial sobre el destino del préstamo de los bonos verdes a los audios de Juan Luna, la oposición tenía argumentos para hacer una campaña cruda, pero la esquivó. Por caso, el país entero todavía sigue hablando del cumpleaños de la primera dama en la Quinta de Olivos, pero en La Rioja apenas se mencionó la fiesta en la casa de Karina Becerra y Harry Pérez.

Quizás el Municipio pagó el precio de centralizar la pauta en pocos medios para visibilizar sus reclamos, pero tampoco tuvo la creatividad suficiente para hacerlo, como el caso del economista Martín Tetaz, que con mucha imaginación logró ser viral más de una vez en su campaña con la remera del “pero Macri”, la pistola que imprime billetes o el bolso con la jubilación millonaria de Cristina Kirchner.  

La única denuncia de peso que realizó la oposición y repitió hasta el cansancio fue la falta de fondos, algo que es real, pero que es un tema aburrido, difícil de explicar bien y que en La Rioja es una suerte de mantra de todo aquel que gobierna el municipio, lo que le impidió diferenciarse de sus antecesores, incluido el propio Quintela, y mostrarse como una alternativa distinta.

Por último, las decisiones a la hora de gestionar los pocos recursos que manejan tampoco ayudaron. Un ejemplo: la refacción de la Plaza 25 de Mayo parecería haber sido pensada en función de hacer una obra más visible que útil, algo que caracterizó la primera gestión de Mauricio Macri en territorio porteño.

Hay otro caso todavía más palpable en esa misma línea, de una obra tan visible como innecesaria. Se trata de la plaza que se está haciendo frente a la Terminal, sobre la avenida Ortiz de Ocampo. La pueden ver todos los autos que van hacia el centro desde la zona sur, donde viven más de 50 mil personas, pero está literalmente al lado de otra plaza de dos manzanas. Es un espacio verde nuevo pegado a otro espacio verde viejo. ¿No se podría haber usado ese dinero para mejorar los juegos rotos en el resto de las plazas?

Esos mismos autos que circulan de sur a norte todos los días ven el cartel de obra frente a la Terminal, pero también sufren los baches y el tránsito denso de la hora pico matinal, que se podría mejorar sin poner dinero o con muy poca inversión. ¿Acaso a nadie se le ocurrió una idea para que llegar al centro más rápido? ¿No se puede hacer una onda verde por las avenidas Ortiz de Ocampo y Perón? Ensanchar esas avenidas demandaría una gran inversión, pero perfectamente se podría prohibir el estacionamiento para garantizar el doble carril y armar dársenas de aparcamiento, como han hecho en decenas de arterias en la Ciudad de Buenos Aires, en algunas localidades del Conurbano bonaerense o en otros distritos con el mismo problema.

Quizás por esa suma de falta de fondos y falta de soluciones Inés Brizuela y Doria participó muy poco de la campaña, para evitar plebiscitar su gestión. Ese combo de escasa confrontación con el peronismo y una pobre gestión llevó a la oposición a una derrota en las urnas, donde no pudo instalar su discurso. Con un condimento extra: la victimización que ensayó sobre la coparticipación municipal es un arma de doble filo, porque puede ser un elemento que haya debilitado a la Intendenta, que hoy es la líder más importante que tiene la oposición.

En ese marco, la alcaldesa hizo lo que cualquier opositor indignado hubiera esperado de ella: enojarse, confrontar, polarizar, encabezar una opción combativa, mostrar los dientes. La Intendenta había dicho hace unos meses que pasaría a planta permanente a los PEM a medida que se jubilaran empleados municipales, pero tras la derrota en las urnas profundizó esa decisión y nombró a cientos de precarizados de un tirón sin el aval de la Provincia. Naturalmente, la maniobra puede ser reprochable, pero el reclamo es completamente justo. Sus avales son más éticos que institucionales. Lo políticamente correcto, por primera vez desde que asumió, quedó a un costado.

Entonces, Brizuela y Doria forzó el conflicto sin esconderse y puso al gobierno provincial en una situación incómoda, porque más allá de la protesta que hubo frente al Municipio, el único que tiene la llave para resolver la situación es el Gobernador. Si lo hace, el rédito político será de la Intendenta. Y si no lo hace, llegará a las elecciones con un acampe de trabajadores precarizados frente a la Residencia.

Aunque Quintela tiene menos para ganar que la Intendenta, ambos en algún punto están frente a una encrucijada: cómo diferenciarse del pasado. El quintelismo se enfrenta al mismo reclamo que ellos realizaron en sus días en el Palacio de Ramírez. El inesismo, en tanto, necesita despegarse de la imagen de Quintela y Paredes Urquiza, que hicieron lo mismo, pero que no llegaron a buen puerto, y, al mismo tiempo, debe enfrentarse a dos opciones de oposición que la “corren” por izquierda y por derecha: Felipe Álvarez y el flamante armado liberal.

Si bien desde este espacio periodístico se advirtió muchas veces cómo la relación entre Ricardo Quintela e Inés Brizuela y Doria se iba deteriorando y que la Intendenta había mutado el tono de sus declaraciones, lo que ocurrió en estos días marcó un cambio radical de la estrategia opositora y es probable que sea el inicio de la dinámica que marcará los próximos dos años. Cuando ambos asumieron se sabía que la buena relación tenía fecha de vencimiento, pero no estaba claro cuándo iba a caducar. Ahora hay certeza, porque ya pasó. Lo que no se sabe es cómo terminará y si la oposición está a tiempo de mejorar su performance electoral.