Si hay algo que quedó demostrado con el último cierre de lista es que nadie en política quiere a los traidores.
Esa máxima se vio reflejada en la situación de la sendora Clara Vega, de origen peronista, luego electra diputada y senadora nacional por Juntos por el Cambio, y hoy dentro del peronismo otra vez, intentando acercarse a Sergio Massa a través de Malena Galmarini.
Vega soñaba con permanecer en el Senado, donde logró nombrar a por lo menos siete de sus familiares directos, pero no será posible: ni siquiera fue tenida en cuenta.
En estos años en el Congreso, Vega no logró ningún proyecto para la provincia y su apuesta más fuerte era el insólito proyecto de crear la Universidad de Aimogasta con presupuesto de la UNLaR, que ya tiene una sede en Arauco y ofrece un título mucho más prestigioso que el que daría una universidad nueva.
Si hay algo que repiten los que trabajaron a su lado es que fue muy miserable con las personas que tuvo alrededor y que sólo se dedicó a mejorar su situación económica y la de su familia. Con suerte, el año que viene tendrá algún puesto menor en el Gabinete de Quintela.
Dentro del peronismo nadie la quiere. Dentro de Juntos por La Rioja tampoco la quiere nadie. Su única esperanza es acercarse a Massa, a quien le habilitó algunos quórums cuando estaba en el Congreso, a pesar de que había sido electra por la oposición.
Quien traiciona una vez, lo hace dos, tres o cinco veces. Todos lo saben y por eso prefieren tenerla lejos. Porque podría ser cuestión de tiempo para que vuelva a hacerlo.