El médico santiagueño detenido en esa provincia por el homicidio de Agustín Pacheco declaró el martes que la madrugada del 13 de octubre del 2021 despertó sobresaltado por ruidos afuera de su casa. Vio dos siluetas en la puerta, sintió miedo por su familia y notó un destello, un reflejo de metal. Buscó su escopeta y abrió fuego, pero de lleno hacia aquellas siluetas sino hacia un costado de ellas.
En ese momento no supo que había herido mortalmente a alguien. Así lo subrayó el doctor Daniel Carabajal, imputado por “homicidio calificado por el uso de arma de fuego y tenencia ilegal de uso de arma de guerra”, según los cargos enrostrados por la fiscal Silvia Jaime.
Asistido por sus abogados Fabiola Arce y Martín Rojas, el galeno manifestó: “Estaba recostado y sentí ruidos. Vi dos figuras y alcancé a ver que uno tenía un reflejo metálico en una mano”. Acotó: “En el barrio era habitual el uso de tumberas”.
Reconoció que tenía armas en su casa, “pero a mis hijos eso no les gustaba. Guardaba una escopeta debajo del colchón”, agregó. El médico y su familia, con un bebé incluido, residía en una casa del Bº Huaico Hondo y después de la tragedia, un grupo de personas quemó la vivienda y la familia del detenido debió mudarse.
Según Carabajal, aquella madrugada “estaba en el baño. Escuché ruidos. Saqué la escopeta desde abajo del colchón. Volvía del baño y manoteé tres cartuchos. Cargué y remonté el arma”. Ahondó que miró hacia afuera. “Los intrusos estaban a la izquierda y yo disparé para la derecha”, trascendió de la extensa ampliación de indagatoria al galeno.
“Mi visión era limitada y no pude ver más allá de la calle”, acotó. “Después, vino mi hijo mayor y me quitó el arma. Para ello, él me golpeó en el pecho y entregó la escopeta a mi otro hijo. Le pregunté por su hermana. Corrimos y la encontramos llorando en la casa, muy asustada, pobre. Le dijimos que cerrara la puerta, que no saliera y que nosotros íbamos a revisar qué había pasado afuera” , recordó.
Profundizó el médico: “Tenía mucho miedo por mi hija, porque en mi trabajo atendía a diario a gente marginal. Si habré escuchado tipos que amenazan a los hijos apuntándoles y someten a la madre y lo contaban orgullosos. Nunca quise ser yo quien tuviera que estar haciendo las marchas”, lamentó el doctor, dejando entrever hechos de violencia que terminaron en muerte.
“Con anterioridad he sido víctima de múltiples hechos delictivos, los cuales denuncié oportunamente, pero dejé de hacerlo. Me cansé de que me robaran. Es algo habitual en la zona”, agregó ante la fiscal. Dijo finalmente: “Salimos a la vereda. No encontramos a nadie en mi propiedad. Revisamos afuera 20 minutos y no hallamos a nadie”.