En Argentina, el 52,7% de los jóvenes de entre 18 y 24 años se encuentran con problemas de inserción social, ya sea laboral o educativa. Dentro de este grupo, más de 2 millones enfrentan inconvenientes en el mercado laboral (1,4 millones recaen en empleos precarios y 671 mil no encuentran empleo); además 723 mil jóvenes no estudian, no trabajan, ni buscan un empleo (14% del total de la población bajo estudio). Este dato está lejos de resultar una simple decisión personal, dado que el 83% de los Ni-Ni son pobres. Los jóvenes exhiben estructuralmente mayores tasas de participación laboral que el promedio general. No obstante, en el segundo trimestre 2020 donde las medidas de confinamiento social estuvieron en su fase más estricta, su tasa de actividad resultó en 37,4%, por primera vez inferior a la tasa de actividad total que fue del 38,4%, sorpresivamente en función de que los jóvenes suelen ser quienes poseen mayores destrezas tecnológicas para hacer trabajo remoto.

La tasa de pobreza entre jóvenes es superior a la de la de la población total. Registrando en 2021 una incidencia de la pobreza del 49,1% en la población joven y 40,6% en la población total. Esto significa que, de los 19 millones de personas sumidas en condición de pobreza monetaria, 3 millones corresponden a los jóvenes adultos de entre 18 y 24 años.

Argentina ha presentado importantes problemas en la generación y sostenimiento de puestos de trabajo, dejando a gran parte de la población en situación de desempleo u ocupada de manera precaria. La coyuntura de estanflación que atraviesa el país debilita su mercado laboral, empeorando las condiciones de empleabilidad de los segmentos más vulnerables. Con resultados más preocupantes si el grupo de análisis lo constituyen los jóvenes en edad de haber finalizado sus estudios de nivel medio, es decir, quienes por lo general transcurren entre 18 y 24 años de edad.

En 2021, los jóvenes de entre 18 y 24 años conforman en Argentina un universo de 5,3 millones personas, entre los cuales 1,4 millones poseen empleos precarios y otros 672 mil se encuentran desocupados. Esto totaliza más de 2 millones de jóvenes con problemas de empleo, lo cual representa un 39% de dicho grupo poblacional.

Si se analiza dicho conjunto de jóvenes respecto a su condición laboral y su tránsito por el sistema educativo, se encuentra que el 52,7% de ellos posee al menos un inconveniente de inserción social, ya sea laboral o educativo. Dentro de este grupo se encuentran más de 2 millones de jóvenes de entre 18 y 24 años que enfrentan inconvenientes al momento de enfrentarse al mercado laboral (1,4 millones que recaen en empleos precarios y 671 mil que no encuentran empleo); y unos 723 mil jóvenes que no estudian, no trabajan, ni buscan un empleo. En La Rioja esa cifra alcanza al 14,8% de la población. De esta forma, más de la mitad de los jóvenes del rango etario bajo estudio se encuentran en problemas de inserción socio laboral.

Los jóvenes de entre 18 y 24 exhiben estructuralmente mayores tasas de participación laboral que el promedio general para la población total. Esto puede observarse a partir de la evolución de la tasa de actividad, donde en promedio, la tasa para los jóvenes en este rango etario se ubica en torno al 51% mientras que para la población total es del 46%. No obstante, en el segundo trimestre 2020 donde las medidas de confinamiento social para proteger a la población del COVID-19 estuvieron en su fase más estricta, la tasa de actividad de los jóvenes resultó del 37,4%, por primera vez inferior a la tasa de actividad total que fue del 38,4%, sorpresivamente en función de que los jóvenes suelen ser quienes poseen mayores destrezas tecnológicas para hacer trabajo remoto. Un año después de esta situación, dicho indicador experimentó un rebrote, situándose en 51,7% para los jóvenes y 45,9% para la población total.

La importante representación que tienen los jóvenes en la población económicamente activa (PEA) y su baja empleabilidad, se traducen en una tasa de desocupación que más que duplica el resultado para la población total. En el segundo trimestre 2020, si bien la tasa de actividad emprendió una importante caída, la tasa de desocupación juvenil alcanzó un pico del 34,9%, mientras, la tasa total fue del 13,1%. Para el segundo trimestre del presente año, los indicadores retomaron su curso habitual donde la tasa de desocupación resultó para los jóvenes del 24,4% y la tasa general del 9,6%.

La tasa de empleo para los jóvenes de 18 a 24 años entre el primer trimestre del año 2017 y el cuarto trimestre de ese mismo año, parecía disminuir la brecha con respecto a la tasa para la población total que se ubica por encima. Sin embargo, en los trimestres posteriores y en sintonía con el agravamiento de la situación económica del país, la diferencia entre losindicadores se fue acrecentando. En el segundo trimestre 2020, la brecha llega a un punto máximo (9 p.p. de diferencia), al igual que sucede con la tasa de desocupación (21,8 p.p. de diferencia). En dicho momento la tasa de empleo para los jóvenes resultó del 24,4% y para la población total del 33,4%. En el segundo trimestre de este año, los indicadores fueron del 39% y 41,5% respectivamente.

En igual sentido, entre los jóvenes que logran conseguir un trabajo, la informalidad resulta una característica constante. A raíz de esto, dos tercios de los jóvenes ocupados no están registrados (67,3%). En relación a esto, es posible analizar la evolución que ha mantenido la cantidad de asalariados privados registrados en el rango etario bajo estudio. Desde 2008 la variable mencionada ha emprendido un curso descendente alcanzando en 2020, 445 mil puestos de trabajo, valor similar a los de 2003/2004. En particular, el empleo de jóvenes registrados del sector privado ha experimentado una caída del 48,3% entre 2008 y 2020, es decir, que se perdieron alrededor de 416 mil trabajos.

Por otra parte, el segmento de jóvenes que no estudia, no trabaja ni busca trabajo (“Ni-Ni”) es sin duda alguna el grupo poblacional que posee las mayores dificultades para delinear su trayecto de vida, ya que a priori no posee las habilidades cognitivas ni socio-emocionales necesarias para enfrentar con éxito su vida adulta. A nivel nacional 14% se encuentra bajo esta
situación, es decir, alrededor de 723 mil jóvenes. Este dato está lejos de resultar una simple decisión personal, dado que el 83% de los Ni-Ni son pobres.

Considerando datos al primer semestre 2021, se observa que las provincias de Formosa (36,3%), Chaco (28,6%) y Chubut (23,8%) son las provincias con mayor prevalencia de jóvenes Ni Ni del país. Mientras que CABA (7,4%), Santa Cruz (8,1%), Mendoza (9,3%) y Córdoba (10,8%), presentan los indicadores más bajos.

Estos factores motivan la necesidad de implementar políticas activas que brinden herramientas e incentivos que permitan y promuevan la inclusión social de éstos jóvenes, fundamentalmente por el hecho de que sus antecedentes delatan que su procedencia corresponde a hogares que habitan en un contexto social vulnerable.

En particular, la población entre las edades en estudio, exhibe una tasa de pobreza superior a la de la población total. Registrando en 2021 una incidencia de la pobreza del 49,1% en la población joven y 40,6% en la población total. Esto significa que, de los 19 millones de personas sumidas en condición de pobreza monetaria, 3 millones corresponden a los jóvenes adultos de entre 18 y 24 años.

Estos antecedentes dan cuenta de una situación que, cuanto menos, debe ser analizada como un problema de oportunidades futuras, con preocupación no sólo por la situación actual de los jóvenes, sino también respecto a las oportunidades que están siendo desaprovechadas para generar entornos productivos y competitivos, que permitan posicionar a la Argentina en el contexto internacional y pueda propiciar oportunidades sociales a una importante proporción de actuales jóvenes.

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